martes, 25 de abril de 2017

Razones irrazonables

Juan se sentía inferior a sus vecinos, sobre todo al del 32 izq. Hablaba con voz más alta,  sentía como si le estuviese dando órdenes. Comentándolo con unos amigos del colegio éstos le hicieron desistir de la idea. “¿Por qué se consideraba inferior? Puede que en algunas cosas tenga más conocimiento que tú, pero darlo por hecho como sistema es algo irrazonable”.

“Te diré una cosa -le comentó un compañero- En mi clase hay uno que se comporta así, pero lo he descubierto. Tiene un complejo de superioridad de tres pares de narices”.

Y es que cada día estamos dando a conocer las manifestaciones de nuestra naturaleza inferior: podemos tener un mal día, pero eso no nos debe conducir a un estado de desánimo. No puedo. No soy lo suficientemente bueno.

¿Qué hacer ante estas cosas? Yo al menos desconfío de lo que viene de ahí. No tengo unas orejeras que me impidan mirar a todos lados. Podrás comprender a los que piensan así pero de ninguna manera estás llamado a seguirle en sus viejas actitudes propias de cuando estábamos a oscuras


De vez en cuando nos salen fuera cosas de nuestra naturaleza inferior. Desconfiemos de ella, tratemos de que no nos convenza y no le demos la razón. Si quieres le damos el beneficio de la «razón irrazonable», diciendo: «Bien, es la que es por motivos que sin duda fueron válidos en el pasado, en un cierto estado de la evolución, cuando el hombre, al igual que el animal, debía obedecer a sus instintos para sobrevivir. Pero ahora, en un estado más avanzado de la evolución, la Inteligencia cósmica tiene otros proyectos para mí.» Juan salió convencido de lo que le había aportado su amigo. Para algo había estudiado psicología y el, sin embargo, se había quedado con las fórmulas de la química.



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