sábado, 15 de julio de 2017

Boda a la vista


La quisieron hacer desaparecer y al final no hubo más remedio que matarla. Matar es malo, pero lo peor -tuvieron la cara de pensarlo- es que nos descubran matando.

Tan inteligentes como eran… y todos nos hemos dado cuenta que ya casi solo les falta poner la hora del entierro. Y lo han hecho como buena pareja: el Brexit y el Trump. Así dicho suena a matrimonio gay. Y que suene así, porque ya es un orgullo que ellos no se hayan podido reprimir y expresar sus sentimientos desglobalizadores y afronterizos.

Brexit estuvo más decidido desde el principio, y Trump hay días que parece enrabietarse consigo mismo, aunque cada día no dejan de mostrar algún que otro movimiento de caderas excitante. “Estaremos los dos solitos,” parecen cantar. Ni comercio, ni emigración ni inversión internacional nos quitarán el sueño y las horas de relax.

El capital y el trabajo se quedarán en casa, y así tendremos menos tarea y más tiempo para el placer. Igual se escapan de nuestras garras un 1,75 pero ya la crisis nos acostumbró a acostarnos con ese problemilla que nunca impidió que dejáramos la pasión a un lado.

Sí, todavía otros intentarán seguir viviendo como nosotros pues conservan restos del paraguas globalizador que alguna vez les libra de la tormenta de agua.

Cuenta Brexit que cuando su primer novio, Lehman Brothers 2008, se marchó de la casa con lo puesto, ese, para su desgracia, fue el primer paso que nos llevó a lo que andábamos buscando. Hoy ya las cosas comienzan a estar diferentes y nosotros podemos seguir guardando en nuestra caja fuerte a base del estancamiento secular que provocamos en los demás. Algunos dicen que la pobreza ha empobrecido y la riqueza ha enriquecido. Digan lo que digan nosotros dos nos encontramos bien y no tenemos por qué preocuparnos. La historia se ocupará en hablar seguro de nosotros.



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