domingo, 20 de agosto de 2017

Al final del día


Cuando llega el final del día y tu risa parece ya agotada, tienes que coger aire y soplar fuerte para despejar las nubes que te impiden ver las alegrías de la vida. Todo lo que uno ha hecho ahí está. Ha tenido su esfuerzo. Su mérito y gloria también lo tendrá. No, no tiremos al barranco ni los sueños habidos ni las cosas realizadas. Las cosas que han salido de nosotros no se quedan en la nada. Suma lo bueno y verás, aunque te resulte difícil. Un porcentaje muy grande ahí, en el espacio, han quedado, flotando en el tiempo. Los ha atrapado la nube (como tecnológicamente se dice ahora), pero siempre vuelven. Y también se expanden para el enriquecimiento de otros. Son como el “One Drive” de ahora, que antes no tenían nombre. Todo vuelve. Nacieron de nosotros y encadenados a nuestros sueños han estado y permanecen. No van tras el calor de otros fuegos.

Puede que durante mucho tiempo en la oscuridad parezcan permanecer. Pero siempre será para hacer más brillante el amanecer de su vuelta.


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