lunes, 28 de agosto de 2017

Enemigos

Todos tenemos algún enemigo. Suena algo fuerte, ¿a qué sí? Se va uno con el pensamiento a las guerras entre pueblos. Mas no hace falta que nos disparen, que disparemos o que nos persigan. Alguien que nos odie, que nos tenga envidia, que sienta rabia con nuestras cosas y similares ¿Quién no tiene alguien así? Seguramente son más de los que nosotros conocemos.


Los tenemos, y más intensos, a nivel colectivo. Los de cada uno no se parecen a las persecuciones que han sufrido o siguen sufriendo en algunos países por pensar, opinar y actuar de forma diferente al supremo jefe. Lo vivimos en este país, se ha vivido y sigue viviendo en América Latina y no digamos nada de países africanos o el de Siria. ¿Quién se apunta a ir allí de vacaciones? Queremos mandar otra vez para allá a los que han estado caídos casi al barranco y ahora siguen caminando al borde del mismo. ¡Somos especiales! Nos molesta y nos fastidia que grupos árabes maten sin ton ni son a ciudadanos del país. Nunca nos ha molestado que, alentados por nosotros, con nuestro apoyo y estímulo gente de la nuestra, a quienes hemos apoyado, tales como Estados Unidos o Inglaterra destroce y bombardeen sus casas y pueblos. ¿Quién empezó? ¡Qué más da! Hemos optado por ser enemigos y esas son las consecuencias. Hemos optado por vivir el dicho popular: “Mi padre le pega a mi madre, mi madre me pega a mí, y yo te pego a ti que para eso primero nací”. Nos hemos olvidado del otro dicho del sentido común: “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”. Parece que vivir teniendo enemigos nos divierte más que abriendo los brazos a la amistad y ciudadanía universal, pasando por el olvido y el perdón, y fabricando un futuro mejor para los hijos de unos y otros.


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