martes, 10 de octubre de 2017

Nosotros cambiamos, la gente cambia



Hay quienes dicen que la gente no cambia. Que son los genes con los que venimos y punto. Eso, entre otras cosas, significaría que ,de tres momentos o situaciones, uno ya se conoce lo suficiente a sí mismo. Y eso no es así. Cada día podemos, y de hecho ocurre, conocernos mejor. “Es la primera vez que reacciono de esta forma”, “no sabía yo fuera capaz de tal cosa”... No somos iguales ahora que cuando adolescentes.  Así, mi amigo Ramón, desde que se independizó de su familia ha vivido en siete lugares diferentes. En todos ellos no ha hecho siempre lo mismo. Unas veces vivía solo, otras acompañado. De repartidor de cartones de bingo a vendedor de cerrojos de puertas metálicas. Y si, en medio de las dos, le salía algo mejor, lo aceptaba. Se entusiasmó en una de sus primeras relaciones y creyó que estaba enamorado cuando de repente otra persona surgió en medio y, sin haberlo programado, deja a la anterior. Sus relaciones con amigos, vecinos y gente en general han sido buenas. Si con alguno ve que no encaja o puede tener problemas no se enfrenta sino pasa de la historia. Cuando ve que otros tienen intereses comunes se une a ellos para conseguirlos. Le gusta la algarabía y siente también el silencio. Algo que le encanta es leer. Como mínimo, una novela por semana. Durante dos años convivió en una casa alquilada con dos compañeros, haciéndose más amigo de uno que de otro. En ningún curso suspendió una asignatura. Su nota media era media buena. 

Pero decidió no estudiar ninguna profesión. Daba los buenos días o tardes a quien se encontraba por cualquier calle del barrio donde vivía. No le importaba ayudar a un borracho que se estaba cayendo. Ni dejaba de reírse cuando le contaban obscenidades. Algunas de ellas la buscaba por placer y siempre se preguntó por qué podía ir contra la moral algo que produce placer y no causa daño a un tercero. Hoy, pasados los años que acabó los estudios básicos, hace uno que comenzó a estudiar Bachillerato, pues solo así, y no como pensaba antes, se ha convencido que puede progresar profesionalmente, aunque de barrendero fuese.



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