jueves, 30 de noviembre de 2017

Una mujer feliz

Mi madre tenía muchos problemas. Había estado ganando peso y perdiendo pelo. No dormía, se mordía las uñas y los dientes le rechinaban. Estaba irritable, gruñona y amargada. Siempre estaba enferma, hasta que un día, de pronto, ella cambió. La situación estaba igual, pero ella era distinta.

Cierto día, mi padre le dijo:
- "Amor, llevo tres meses buscando empleo y no he encontrado nada, voy a tomarme unas cervecitas con los amigos".

Mi madre le contestó:
- Está bien.

Mi hermano le dijo:
- Mamá, voy mal en todas las asignaturas de la Universidad...

Mi madre le contestó:
- Está bien, ya las recuperarás, y si no lo haces, pues repites el semestre, pero tú pagas la matrícula.

Mi hermana le dijo:
- Mamá, me di un golpe con el coche.

Mi madre le contestó:
-  Está bien hija, llévalo al taller, busca cómo pagarlo y mientras lo arreglan, vas en autobus o en el metro.

Su nuera le dijo:
- Suegra, vengo a pasar unos meses con ustedes.

Mi madre le contestó:
- Está bien, duerme en el tresillo del salón y busca unas mantas en el armario.

Todos en casa nos reunimos preocupados al ver estas reacciones.

Sospechábamos que hubiese ido al médico y que le recetara unas pastillas de "MeimportaUnCarajo, 1000 mg". Seguramente también estaría ingiriendo una sobredosis. Propusimos, entonces, hacerle un seguimiento para alejarla de cualquier posible adicción que tuviera hacia algún medicamento anti-berrinches. Pero cuál fue la sorpresa, cuando todos nos reunimos en torno a ella, y mi mamá nos explicó:

"Me llevó mucho tiempo darme cuenta de que cada cual es responsable de su vida, me llevó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi irritación, mi insomnio, mi estrés y mis oraciones, no resolvían vuestros problemas, sino que agravaban los míos. Yo no soy responsable de las acciones de los demás, pero sí soy responsable de las reacciones que yo tenga ante ellas. Por lo tanto, llegué a la conclusión de que mi deber para conmigo misma, es mantener la calma y dejar que cada quien resuelva lo que le corresponde.
He tomado cursos de yoga, de meditación, de milagros, de desarrollo humano, de higiene mental, de vibración y de programación neurolingüística, y en todos ellos, encontré un común denominador: finalmente todos conducen al mismo punto, y es que yo sólo puedo tener injerencia sobre mí misma, vosotros tenéis todos los recursos necesarios para resolver vuestras propias vidas. Yo sólo podré daros mi consejo si acaso me lo pedís, y de vosotros depende seguirlo o no.
Así es que, de hoy en adelante, yo dejo de ser el receptáculo de vuestras responsabilidades, el saco de vuestras culpas, la lavandera de vuestros remordimientos, la abogada de vuestras faltas, el muro de vuestros lamentos, la depositaria de vuestros deberes, quien resuelve vuestros problemas, o la rueda de repuesto para cumplir vuestras responsabilidades. A partir de ahora os declaro a todos adultos, independientes y autosuficientes."

Todos en casa nos quedamos mudos. Desde ese día la familia comenzó a funcionar mejor, porque todos en la casa saben exactamente lo que les corresponde hacer.


Autora: ¡UNA mujer  FELIZ!

(Un texto de Rosi)


miércoles, 29 de noviembre de 2017

Si yo tuviera vida (poema de una marioneta)

Circula hace ya tiempo por la red un hermoso texto, originalmente atribuido a Gabriel García Márquez, pero cuyo autor es el cómico y ventrílocuo mejicano Johnny Welch. Es una de esas pequeñas joyas que van calando en la memoria de la gente.




Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. 
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen. Despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida. Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al
sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. 
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna.
Regaría con lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están, al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. 
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. 
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. 

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Texto de Johnny Welch.

martes, 28 de noviembre de 2017

África para los africanos

De Ghana, en África, a Massachusetts hay un buen salto en el espacio. Y Kwami Williams lo logró en 2002 después de conseguir una beca para estudiar allá. Ya preparado, y pudiendo aquedar bien instalado en EEUU con un empleo de categoría y un sueldo millonario. regresó a su país en 2012.

Tenía una idea: ayudar a su pueblo a sacar el mayor partido del árbol moringa de cuya fruta, al igual que el lico r de almendras, se extraían muchos beneficios para la salud. Y así creó MoringaConnect, una empresa para aumentar el potencial de la cadena de producción y crear nuevos empleos en las zonas rurales, desarrollando así soluciones empresariales que dieran respuesta a los desafíos que tienen que hacerle frente los pobres y marginados del continente africano. Desde las cosas más sencillas como que las muñecas Barby, hechas y fabricadas ahora en África, y con su propio color negro hasta las tvs locales pasando por unos sencillos auriculares.

Y así MoringaConnect se convirtió en la primera empresa africana especializada en la transformación, valorización y diversificación de este cultivo. Todas las mañanas, al llegar a la empresa, los diez primeros minutos los empleados observaban cómo Kwami Wiliams, desplegando sobre la pared un gran mapa de África en blanco y negro señalaba los puntos de expansión que cada día crecían en todas las direcciones dada la creación también de una tienda online. Había estudiado ingeniería espacial y se dedicaba ahora a la agricultura, desarrollando una nueva tecnología que permite hoy a los pequeños productores combinar la siembra de este árbol con otros cultivos agrícolas, lo que supone una doble oportunidad de aumentar sus ingresos.


En definitiva, una fórmula más que nos permite comprender que son los africanos los únicos que salvarán a África, liberándolos de aquellos que explotan sus riquezas naturales, pero llevándose sus productos al extranjero donde los que la han trabajado son cada día más pobres.