jueves, 31 de mayo de 2018

La charca


La lluvia había sido torrencial. Después de tantos meses de sequía, de tanta sed, la tierra se empapó con tanta avidez que aquel cauce seco y pedregoso se convirtió, por unos días, en un torrente. Pero todo acaba volviendo a su ser. Cuando abrió el cielo y las nubes se alejaron hacia el Este, un pequeño lago se había formado en lo que antes era un secarral. Poco tardó en reverdecer a su alrededor. Los juncos coparon las orillas y el reflejo de los árboles cercanos en las aguas mansas relegó en color pardo de la tierra seca a la memoria.

La vida se agarra a la mínima esperanza.



miércoles, 30 de mayo de 2018

El árbol


Al amanecer de aquel día, y antes de que el sol luciera toda su potencia, se dedicó a regar los arboles de la huerta especialmente aquel donde su mujer, hace veintidós años, parió a su hija Elena. Conforme se acarcaba, descubrió  que una especie de sombra hacía que, por la banda izquierda, el tronco del árbol pareciera más grande. Una mayúscula sorpresa se llevó al constatar que aquella sobra no era otra que su hija Elena que, con su kit para hacer Origami del que no se separaba nunca, Y allí estaba ella haciendo figuras de papel relativas al  embarazo y la maternidad. Venía allí con frecuencia para celebrar la vida y la naturaleza no contaminada, ya que, con solo la ayuda de la propia naturaleza, se había encontrado allí con el parto de su hija, al igual que lo hacia el padre para seguir manteniendo en vida a aquel que había acompañado a su mujer en el parto de Elena.  Dos limones que habían en el bolso de la hija. y bien exprimidos por su padre fueron el material usado en aquel brindis por la vida, que ambos hicieron mirando hacia el sol cuyo amanecer también parecía brindar con ellos.

Como contraste y de fondo, catástrofes de todo tipo dejaban a oscuras a muchos habitantes del planeta, víctimas del monstruo de la ambición de las que el noticiero del día daba relación.

De regreso a casa, un viejo cd convertido en mp3 que Elena llevaba consigo, donde Ana Belén canta a Lorca, les devolvía la  alegría interior: “Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero. La mar no tiene naranjas ni Sevilla tiene amor. Morena, que luz de fuego. Préstame tu quitasol”.

Al llegar a casa, ambos sacaron de la estantería su vieja libreta o donde anotaban experiencias de la vida que daban muerte al monstruo que figuraba en la portada. Y allí escribieron: “Desechemos tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar”.




lunes, 28 de mayo de 2018

Vida


Era aún un mozalbete cuando comenzó a sentirse golpeado por distintos sitios en la vida. Por eso, cuando se encontraba de repente con un gesto de alegría se sentía cercano a la vida. Las mismas circunstancias que le llevaron a la oscuridad le trajeron la risa y el contento.

Y hoy, en el momento del amanecer, al levantarse sintió cómo que estaba naciendo a la vida. Al salir a la calle sintió ganas de repartir abrazos, de sembrar sonrisas donde todo parecía excesiva seriedad, de colgarse una cesta de pan sobre los hombros e ir repartiendo trozos a todo aquél que se encontrase por el camino. De seguir marchando hacia el frente sin contar los obstáculos ni quejarse de ellos y a realizar sus deberes caminando entre las sombras, pues la luz solo la podría poner él mismo desde su interior.

Sabía que no iba a ser fácil. Porque, en definitiva, se trataba de amar y, si bien en el amor encontraría las respuestas que en cada momento buscara, era ya consciente que el amor también duele, lastima y hiere, porque somos humanos y no hay nada ni nadie que perfecto fuese.

Aquella noche, de vuelta a casa, tras haber realizado sus deberes, marchaba suave y despacio, con la mirada hacia el frente dándole su mano a la vida y diciéndole: ”Dame, vida, tu mano y no la sueltes, que te quiero y no quiero perderte, que soy pequeño y tengo miedo a la oscuridad de la noche. Abrázame, vida, y no me sueltes que soy niño y necesito calor, que es fría la noche.