lunes, 9 de marzo de 2020

Solidaridad

Hace pocos días cerca de 200.000 personas se lanzaban a la calle en nuestra ciudad. Sus pretensiones eran fáciles y sencillas. Bullicio, fiesta, desorden, placer, griterío. Y que no falte nadie el año que viene. Que vuelvan todas las manifestaciones de alegría que fuesen menester. Con todo no le pusieron difícil el trabajo al alcalde ni al el presidente del Cabildo.

Con aquellas peticiones en sus máscaras y trajes al avanzar la cabalgata llegando a la Casa del Marino, al lado de la escuela, desde hace más de 20 años se reúne un grupo hombres y mujeres que quieren ser honrados y que, sintiéndose libres dicen luchar para que esa libertad llegue también a toda la gente de nuestras islas dado que todos somos iguales. Al llegar a ese lugar los gritos de la multitud se atenuaron un poco ya que un sector cerró la boca mientras abrían los ojos y veían a cerca de una veintena de personas sentadas en los bordillos de las aceras que solo miraban, no cantaban, gente que no llevaban litronas en sus manos y agradecían un poco de agua a los que les acercaban. No llevaban disfraz alguno, Lo que llevaban puesto eran unos pantalones raídos y unas camisetas deshilachadas, que ni siquiera habían podido lavar.

Los ciudadanos en menos que canta un gallo se dieron cuenta que era una pobre gente, llegada de pobres tierras que buscaban la vida aquí cuando nosotros estábamos ya esquilmados por otros compatriotas suyos. Y de esta manera iban a dar la vuelta cuando de aquella casa citada salió un grupito de unas veinte personas, dos de ellas con megáfono que decían:

No se den la vuelta. Escuchémoslos. Son seres humanos como nosotros. Les diferencia haber nacido en otro país con menos recursos que nosotros, pero como dice la declaración Universal de los derechos humanos, deben gozar de los mismos derechos y deberes que nosotros y que asimismo pueden elegir su lugar de residencia. ¿Nos sentimos nosotros personas libres? No lo seremos totalmente mientras uno de ellos no lo sea”.

Y después de muchos dimes y diretes, decidieron acoger temporalmente a aquellos cuyo techo era la noche oscura y buscar una solución eficaz en un breve plazo de tiempo.


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