jueves, 31 de agosto de 2017

Buenos deseos

(Meses después del 8 de marzo y de muchos “días” más)

Buenos deseos no faltaron ese día para poder eliminar las piedras que hay en el camino para la igualdad de hombre y mujer. No solo para que la mujer cobre igual que el hombre en el mismo trabajo, sino para que también se note por los hechos y no por las palabras que pueden dirigir empresas, bancos o puertos deportivos.
Buenos deseos son los de devolverle la palabra no solo el día 8 de marzo delante de la catedral, ayuntamiento o delegación del gobierno, todos seriecitos y con mirada compungida, sino en cualquier momento del trabajo o de la vida dejar tomar decisiones, y que se note que tanto monta monta tanto uno como otra y otra como uno. 
Buenos deseos son los de fomentar la independencia (no solo la autonomía) económica de las mujeres, sino colocarla en el centro del emprendimiento y exigirle al abrir un negocio los mismos papeles que al hombre.
Buenos deseos son hacer posible las narraciones todas las tuyas, las mías, las suyas para hacer un nosotros comunitario.
Buenos deseos son no solo escuchar la voz de la Iglesia pregonando que todos somos hermanos, sino ver también sus acciones empoderando a las mujeres a sus cargos de dirección.

Buenos deseos son no solo estar atentos a los días internacionales de… y recordar ese día la carencia de algunos colectivos, sino también luchar día a día para que, desapareciendo esas carencias ya no tengamos que celebrar días internacionales de nadie.


miércoles, 30 de agosto de 2017

Buscándome a mí mismo


Hay ocasiones en las que pienso que, como a todos, me gusta el silencio. Diría, más bien, que me gusta escuchar el silencio. Cuando lo logro, me escondo en la oscuridad para escucharle. Me habla, sobre todo, en el viento, con la brisa y el aire fresco. Unas veces como un eco, otras silbándome y en la orilla del mar  es como si unas brisas salpicaran mi cara y me manchasen con gotas de libertad y esperanza. Son el anuncio de la proximidad de que mis sueños van camino de hacerse realidad.


martes, 29 de agosto de 2017

Sola entre la gente

Cruzaba las calles alborotadas de la gran ciudad, mientras buscaba un rostro.  Pasaba mucha gente a su lado y no lo encontraba.  Ella quería ver unos ojos donde se reflejase ese relámpago que de repente caía del cielo rompiendo el hierro que forjaba muchos corazones. Quería ver un rostro que llevara con orgullo aquel momento de tristeza e infelicidad por el que estuviera pasando. Quería ver un rostro redondo como un tomate y rebosando de zumo a dejarse chupar, comer o lamer por otros. Quería ver un rostro diferente al de la mayoría.

Y al mirarse las manos vio como sobre ellas se deslizaban los colores, el rojo, el amarillo, el azul y ella misma…, todo un suntuoso cuadro hecho de soledad encima de la cama. Quería ver un rostro, uno solo al menos donde el deseo se encendiera y solo encontró rostros donde ni siquiera el llanto cabía.


Llegó a su casa cansada. Los apáticos rostros le hacían sentir que estaba viviendo en un mundo vacío y sus portadores peleándose con picos y palas. Subió las escaleras que le llevaban a su piso y, sin encender las luces, se miró ante el espejo, y en la oscuridad en la que se encontraba inmersa se prometió saber hacer frente al mundo que le correspondía. Abrió sus brazos y mirándose intensamente al espejo, en aquella muda oscuridad, se vio más grande que la sombra, el sol y la luna y caminando en las calles donde antes buscaba rostros que otros, en ella, pudieran encontrar el buen árbol que les diera una sombra donde se reforzara su interior para vivir, para luchar, para soñar.