sábado, 30 de septiembre de 2017

Ojos nuevos

Apareció en medio de los que por allí andamos con su lozanía y talante sereno, como siempre. pero algo nuevo estaba experimentando pues en el fulgor de su mirada se notaba el resplandor creciente de la aurora. No era tampoco esa luz apoteósica que busca grandezas y superioridades. A ella se le notaba que seguía viviendo en la realidad que también nos trae malezas y tristezas.

Y en nuestra conciencia de vivir algo diferente nos enseña un ojo nuevo con el que había salido esta mañana del hospital, alegre, contenta y feliz.

Son unos “ojos nuevos”. Uno solo, decía ella. Dos le comentábamos nosotros. Las personas no somos apartamentos separados en un bloque de viviendas. Las partes de nuestro cuerpo se complementan de tal forma que uno se alegra y se alegran los demás, uno sufre y sufren los otros.

Será por eso, nos comenta ella, que, desde este mediodía estoy experimentando sensaciones diferentes. Es como si me diera cuenta que a muchas mujeres nos han mutilado para que veamos las cosas como las ven otros.

Aunque lo sabía, estoy viviendo hoy con más intensidad, que nos han ofendido cuando nos han impuesto roles de “hombres” y “mujeres”. Y que, consciente o inconscientemente, hemos caminado por la vida como “ciegas”.

Tengo unos ojos nuevos, sí. Y esos ojos nuevos me van a servir para ayudar a que otras mujeres también revisen la vista que solo oscuridades traen a su visión.



Mis ojos nuevos serán los nuevos rebeldes que colaborarán, junto a otros, en recrear una nueva mirada sobre lo que nos rodea.





A ti pintor, con el pincel en la mano




Con la brocha en mano, su mirada no te apabulla. Su paciencia, para ir haciendo lo que su mente crea, dura días y hasta noches. Las ventanas de su cuarto, abiertas de par en par, permiten que también la fina arena que trae el viento del este pueda pegarse a su obra. Será así como la vida del desierto, que nos trae nuestro siroco, formará parte también de esa calle, tan vital, donde todo parece ser uno y donde todos van de paso, como peregrinos, menos tu que te harás una pequeña choza en el margen inferior izquierdo de tu cuadro colorido.

Todo acabará y, al mismo tiempo empezará, cuando la criatura que habita en tu corazón salga hacia fuera. Pero mientras, a veces te ahoga, otras te llama y en algunas te pide auxilio. Y tú sigues atento a todo ello pues quieres que en el futuro puedan también escuchar sus buenas dosis de serenidad aquellos que por su lado pasen y sobre todo los que con ella a hablar se paren.


Cuadros de Juan Guillermo Martínez de Lara

viernes, 29 de septiembre de 2017

Diario de Miguel

He estado en casa de Jero. Hoy ha resultado difícil compartir historias y contarnos nuestras cuitas. Estaba totalmente centrado en la investigación del origen y procedencia de una balsa que recientemente había aparecido por las costas del norte de la isla y que portaba tres viejos baúles, parecidos a los de los piratas de antaño, que contenían viejos mapas de los que, aunque es lo que señalaban. Solo conversamos el tiempo que me llevó comerme una naranja de las que siempre tiene junto a su mesa de escritorio. Para él son sus botellas de agua de cada día.


He vuelto de su casa con la cartera llena de documentación: libros, revistas y algunos artículos que él había recortado hace tiempo. De entre los libros me ha tocado la curiosidad uno titulado: “Bajo la influencia de las muñecas rusas”. Se trata, al parecer, de una leyenda que cuenta cómo los vecinos de un pueblo se comprometían cada uno a darles acogida diariamente a tres muñecas pequeñas y pegadas, pasándoselas de uno a otro y que solo se podían poner sobre una piedra agujereada que sirviera como base de las imágenes que se pasaban. Lo básico de la leyenda está en que el día que se te olvidaba pasarla al vecino correspondiente la situación climática del pueblo cambiaba a negativa. Era siempre el aviso de que alguien estaba fallando en la cadena del compartir y el recuerdo permanente de que amar no es tanto algo que te da el otro, sino el amor es lo que uno da y comparte. Y era, a su vez, la señal de que en aquel pueblo había una buena y positiva energía amorosa.



jueves, 28 de septiembre de 2017

Un cuento Zen: "El Guerrero Vacío"

Un breve relato que cuenta la historia de un guerrero que creyó que la victoria era el valor supremo que lo justificaba todo.

 

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Vestidos de tunos

Numerosas señales habían cruzado el cielo aquella noche antes de irse a acostar. En el pueblo vecino celebraban las fiestas con hogueras. Desde su ventana veía como se cruzaban los destellos artificiales con las luces en el universo. Se fue a la cama pensando que, en definitiva, la vida entera, la de cada uno y la de todos es un sistema de señales que se cruzan. Al día siguiente pensaba limpiar su palomar y observar las señales de las palomas.

Al levantarse, y después de lavarse la boca, abrió la nevera y, como siempre, su vaso de agua y dos o tres piezas de frutas. Días antes le habían regalado unos cuantos tunos canarios. Al terminar su desayuno volvió a afeitarse y ducharse para salir a su trabajo de cada día. Y de repente el espejo parecía su enemigo. Alguien todo colorado y esponjoso le miraba y parecía hablarle desde el espejo. Su cara y su piel eran como la de un tuno. Las ganas de ablandar lo que se encontrara a su alrededor y crecer en salud sabiéndola derramar se extendían sobre su organismo. Pasando suavemente dos de sus dedos por sus brazos se quedó en sus manos una espesa pulpa que metió en un tuperware. Se lo llevaría a su compañero de trabajo que estaba con dolores de lumbago, pues había leído que la pulpa del tuno venía bien a dicha dolencia.


Su sorpresa fue mayor al salir a la calle y descubrir que todos los humanos que por ella transitaban olían, reían, caminaban y vestían como tunos. Llegando a donde sus compañeros coincidieron era el momento de continuar con las fogatas de la noche en forma de poesía y literatura. Ambas cosas, fogatas y poesía, poesía y estrellas, como lograran arder quemarían; y lo importante de este fuego será que lo enciende y funde todo ya sea desde las estrellas, que dominan la noche, ya sea desde las pencas de las tuneras, que adornan nuestros campos, laderas y barrancos, nuestros parques y jardines. Poemas, estrellas, relatos, luces, fogatas, ya anaranjados, ya blancos, comenzaríamos a hacer del mundo algo parecido a la suave pulpa que todo lo ablanda a su contacto. Vestidos, pues, con su piel y antes que acabara la jornada haríamos que las estrellas también trabajarán de día.