viernes, 31 de agosto de 2018

Si...


Si los niños viven con crítica aprenden a condenar.

Si los niños viven con hostilidad aprenden a pelear.

Si los niños viven con el ridículo aprenden a ser tímidos.

Si los niños viven con vergüenza aprenden a sentirse culpables.

Si los niños viven con estímulo aprenden a tener confianza.

Si los niños viven con tolerancia aprenden a ser pacientes.

Si los niños viven con elogios aprenden a apreciar.

Si los niños viven con aceptación aprenden a amar.

Si los niños viven con aprobación aprenden a valorarse.

Si los niños viven con honestidad aprenden a ser veraces.

Si los niños viven con seguridad aprenden a tener fe en sí mismos y en los demás.

Si los niños viven con amistad aprenden que el mundo puede ser un lugar amigable.


Dorothy Las Nolte





jueves, 30 de agosto de 2018

Antonio Machado - "Reflexiones de Juan de Mairena" (IV)


— En una república cristiana —habla Rodríguez, en ejercicio de oratoria— democrática y liberal, conviene otorgar al Demonio carta de naturaleza y de ciudadanía, obligarle a vivir dentro de la ley, prescribirle deberes a cambio de concederle sus derechos, sobre todo el específicamente demoniaco: el derecho a la emisión del pensamiento. Que como tal Demonio nos hable, que ponga cátedra, señores. No os asustéis. El Demonio, a última hora, no tiene razón; pero tiene razones. Hay que escucharlas todas.






miércoles, 29 de agosto de 2018

Dualidad


En la calle tan normal, tan serio, tan circunspecto como si ni siquiera supiera sonreír. Y en el teatro no solo se ríe, sino qué hace reír a los demás, provoca hilaridad y la gente se desternilla de la risa con él. Son dos personas distintas. A mí,  por lo general, las comedias no me dan risa. Lo que me estimula más es contemplar el doble papel qué es capaz de hacer el personaje, tan diferente aquí al que cumple en su vida cotidiana.

Y sin embargo, ¿por qué lo vería más normal sí en lugar de una comedia cachonda estuviese representando una obra trágica? Tampoco habría un paralelismo con su vida de cada día y a mí me parecería más normal que los otro. ¿Por qué pienso que puede ser más normal representar algo triste que representar algo cómico? ¿Por qué no valoro las cosas bellas de cada día? ¿por qué no le doy importancia a las cosas simples y sencillas con que me encuentro por doquier? ¡Ah!... ¿Qué solo se ve lo negativo y mis ojos están miopes para ver todo lo positivo que hay en la vida? Nos suele pasar a las personas sencillas que van por la calle sin título alguno. Y suele pasarle también a los que llevan su diploma colgado en la mochila.

¿Es que nuestra genética viene mal herida desde el principio de los tiempos o es que nosotros la estamos burlando cada día interpretando nosotros el papel de mosquitos que pican?