domingo, 30 de abril de 2017

Justicia

¿Cuánto tiempo hace que cada uno de nosotros escuchó la palabra “justicia”? Allá de pequeños casi siempre solíamos protestar de una acción familiar en nuestra contra, con aquello de “esto es una injusticia”, “todas las cargas me vienen a mí”, etc.

Y en la actualidad hay una palabra que sigue restallando de los labios de gente honesta y es la palabra “justicia”.

En estos días estamos escuchando cómo, desde donde se pare la justicia, nombran a un director que intenta evitar que se declaren corruptos a aquellos que, teniendo pruebas para ello están, sin embargo, vinculados al poder actual, dando órdenes a la Guardia Civil para que los dejen en paz, al tiempo que escuchamos a un número mayoritario de fiscales denunciando cómo el nuevo jefe -impuesto por el gobierno- fractura la lucha contra la corrupción.

“Justicia” repiten cada día cientos de trabajadores de diferentes empresas reclamando a sus jefes la mejora de sus condiciones laborales.

“Justicia” llevan años pidiendo la gente de la cultura a fin de que se revise el copyright.



Y está, existe, al menos en los papeles que establece que “todos somos iguales ante la justicia”. ¿Ante cuál?


Nosotros, los Poemas


La tarde se termina. Ha sido un día ajetreado. La noche relaja y es propicia para soñar. En la vida, pese a algunos, mejoramos. “Ladran, pero ascendemos”, que diría Don Quijote. Quiero vivir y ser como un poema, aunque fuese de los cortos. Con esta magia muchos quijotes construidos han vivido. No todos son iguales. Depende de los tiempos, circunstancias. Quiero ser un poema, corto o largo, pero encarnado en la historia humana. Un poema que haga el milagro de llevarnos a la Gran Aventura. Un poema que llega  y choque con las normas establecidas adaptándolas al sentido común si entonces hubiera. En los tiempos del Quijote chocó con la Iglesia, la Inquisición y el Santo Oficio. Pero ya son cuatro los siglos y las cosas se han ido poniendo en su sitio. También otras han quedado descolocadas (guerras, hambre, peste, epidemia) y siguen golpeando el dolor de muchos otros poemas en otras tierras nacidos. Hoy más que nunca hay que tirar el vino muerto que no sabe  a nada. Todos los poemas, cortos y largos, podemos llenar de transparencia la vida y hacer que de nuevo vuelen las palomas sembrando paz y estableciendo la luz sobre la tierra. Nosotros, los poemas, podremos hacerlo mejor que los poderosos con sus antojos.


sábado, 29 de abril de 2017

Metástasis

Parece mentira que una pequeña berruguita haya acabado teniendo consecuencias tan graves. Ni siquiera recuerdo cuando advertí su presencia por primera vez. No le di importancia. Ni cuando creció un poquito. “Son cosas de la edad” me dije. Tampoco me molestaba tanto, aunque alguien me comentó alguna vez de los posibles peligros de su presencia. Tomé “nota mental” de acercarme al médico de cabecera… pero más adelante.

Dicen que este tipo de berrugitas pueden ser anticipo de males mayores cuando cambian de color. Confieso que entonces me puse un tanto alerta, pero como no vino acompañado de ningún otro síntoma tampoco hice nada. Cuando sí decidí tomármelo un poco en serio fue cuando, en una reunión, alguien hizo algún comentario que pretendió ser gracioso. Tampoco era tan fea, ni tan grande, ni tan aparatosa como para ello.

Pensé que mi médica de cabecera acabaría con el tema cauterizando, como siempre se ha hecho. Pero tras revisar debidamente el tema, ella prefirió, para mi sorpresa, derivarme al especialista. Me echó su pequeña bronca por mi retraso, insistió en la necesidad de preocuparse por los problemas antes de que crezcan y se agraven.

Ya sabemos cómo funcionan las cosas en este país, ¿verdad? Pasaron un par de meses largos hasta la correspondiente visita al dermatólogo. No le gustó y prefirió empezar una ronda de pruebas, biopsias y revisiones.

Oído el diagnóstico definitivo, siempre piensas que estas cosas le ocurren a los demás y que a uno nunca le va a tocar la china. Ahora toca agarrarse los machos y pechar con la quimio, aunque la posibilidad de metástasis está ahí presente. Y todo empezó con una simple berrugita, que ya ni existe.


… Esa berruguita se llama CORRUPCIÓN.