domingo, 17 de septiembre de 2017

Su soledad

Su forma de ser denota una gran codicia. Su mano, siempre cerrada. Sus ojos, bien abiertos, mirando fijamente a quien más cerca tenía. Hasta que un día su mano quedó truncada y dentro de las manos su corazón. El mundo no tenía ni tendrá nombre. Da igual se llame de una forma o lo llamen de otra. Para él era indiferente. Así el día que se quiso despedir de todos nosotros, en un rincón abandonado allí estaban todos ellos como en nuestro sueño.


No hay comentarios:

Publicar un comentario