miércoles, 6 de mayo de 2020

Cimbios

Es una cuestión exclusivamente personal (¡afortunadamente!). Sólo uno tiene el poder de cambiarse a sí mismo. Podemos influir, podemos inspirar a los demás, podemos propiciar situaciones, pero en última instancia, cada uno es dueño de lo que piensa y de lo que hace. En realidad, es lo justo.

Anthony de Mello (1931-1987) ,místico, escritor y sacerdote católico, nos regala esta potente historia en su libro “El canto del pájaro”:

"El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo: De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo. A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: ‘Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho‘.
Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única oración hoy es la siguiente: ‘Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo‘.
Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida”.

Y concluye Anthony de Mello:

Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo”.

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