miércoles, 27 de mayo de 2020

Pensiones y pensionistas

Prácticamente, todos los medios de comunicación destacaban ayer el hecho de que, en mayo, el montante de las pensiones, respecto al mes anterior, cae por primera vez en la historia en España. La razón principal es evidente ¿verdad?: el coronavirus -covid-19 o como se quiera llamar-. 38.508 pensionistas menos que en abril.

Detrás de las frías cifras se encuentra la más cruda de las realidades. Era evidente que la mayoría de víctimas de este virus concreto lo iban a ser las personas de mayor edad y los integrantes de grupos de riesgo.

Gestionar una crisis como la presente no es fácil. Ni aquí ni en ningún país. Otros gobiernos han cometido sus propios errores: Francia, Italia, Inglaterra, Bélgica… Nunca podrá saberse la cifra real de fallecidos en residencias de la tercera edad, asilos y demás. La realidad ha sido pavorosa. Quizás porque las sociedades occidentales del I Mundo -no solo la nuestra- viven de espaldas a esos que, de un tiempo a esta parte, se denominan (eufemísticamente…) “consumidores residuales”: los “viejos” no compran pisos, ni coches, no crean nuevas empresas, no invierten en bitcoins… solo consumen y de manera decreciente. En parte porque sus prioridades vitales cambian, en parte porque las limitaciones biológicas definen sus opciones, en parte porque el dinero en el bolsillo también impone sus leyes.

Cada vez es más frecuente que nuestro mayores residan a partir de determinadas circunstancias en esos centros -públicos o privados-. Pero la pasada experiencia ha puesto en evidencia carencias de todo tipo. Ha dejado claro el abandono en el que había quedado la gestión cotidiana de estos centros.

Seamos justos: no todos. Muchos, tanto a nivel de gerencia como del trato dado por sus trabajadores a los residentes han sido ejemplares. Han demostrado que no solo eran profesionales, sino auténticos ejemplos solidarios hasta la extenuación física y anímica.

Pero habrá que  pedir explicaciones y hasta responsabilidades donde no ha sido así. Si no lo hacemos estamos condenados a repetir los errores la próxima vez que ocurra un desastre de este u otro tipo.


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