sábado, 18 de julio de 2020

Antivacunas

¿Se imaginan un mundo sin vacunas? ¿Un mundo en el que la polio, la viruela, el tifus, la difteria, la tuberculosis, el sarampión y un sinfín de pandemias más camparan a sus anchas? Sinceramente, ni puedo ni quiero imaginarlo.

Si de algo ha servido la investigación científica no es necesariamente para que la Humanidad explore los confines del Universo -con toda la importancia que en sí tiene- sino para asegurarnos unas condiciones de vida mejores en tiempo y circunstancias. Por eso no entiendo que proliferen grupos y corrientes de opinión contraria a campañas de vacunación.

Cierto que la industria farmacológica y los laboratorios actúan en ocasiones con intereses bastardo, con prácticas en ocasiones abusivas, imponiendo condiciones propias de un comportamiento oligopolista, sabedores de que las condiciones del mercado les favorecen. A los políticos y gobernantes les tocará, en cada caso, poner coto a esos desmanes.

Pero eso no invalida la investigación que hay detrás, ni el incontable número de vidas salvadas por las campañas de vacunación en los cinco continentes. Los que renuncian voluntariamente a su uso se aprovechan de que su opción no es la opción mayoritaria. De alguna forma, se amparan de la llamada inmunidad de rebaño, como se dice ahora. Se amparan en que el riesgo de contraer alguna de esas enfermedades es menor porque la mayoría si cumple con el habito de vacunarse. Pero si esta opción negacionista de los beneficios de las vacunas se extendiera esa inmunidad de grupo caería en picado y los riesgos aumentarían, incluso entre los negacionistas.


Quien más y quien menos, todos estamos pendientes de los avances sobre encontrar la vacuna -o las vacunas- que nos saquen de la angustia que en los cinco continentes nos tiene sometidos el coronavirus. Llegara, no hay duda. Jamás en nuestra Historia -la de la Humanidad me refiero- se ha hecho una inversión en equipos humanos y medios tan importante.  Ese esfuerzo dará sus frutos. Pero más allá de las teorías cospiranoicas o no sobre su origen, no nos dejemos arrastrar al menos por los otros agoreros, los que ven en las vacunas más inconvenientes que beneficios, olvidando de un plumazo años y años de esfuerzos por erradicar tan terribles enfermedades.

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