lunes, 25 de febrero de 2019

Ingratitud


Caso real, contado en un grupo de amigo...

Un paciente ingresa de urgencias a las 18:35 de la tarde con un aneurisma abdominal roto, 100% de mortalidad si no se trata inmediatamente. Viene en helicóptero porque su vida está en juego, con todo el personal de urgencias preparado para subirlo a quirófano en dos minutos de reloj, listo para ser intervenido. Es operado de urgencia; dos cirujanos vasculares, dos anestesistas, dos enfermeras, un auxiliar y un celador trabajan en quirófano. Se emplea para salvarlo una prótesis de alta tecnología que cuesta 21.000€ en total, usando un arco radiológico y una mesa especial con un coste de 600.000€. Tras la cirugía pasará tres días en UCI, donde intensivistas, y enfermería especializada seguirá luchando por su vida (esos tres días de lucha ascienden a 5500€). La semana en planta de hospitalización al salir de UCI, “tan solo” requiere 21 turnos de enfermería, auxiliares y celadores, además de un cirujano pendiente 24 horas diarias esos siete días (7.300€). Independientemente de la anécdota económica, el resumen es que el paciente llega muriendo en un helicóptero a la puerta de urgencias y sale caminando por su propio pie una semana después...

Su comentario al ser dado de alta fue: “Gracias, señores, pero con lo que pagamos en impuestos, es vergonzoso que tengamos que compartir habitación con otros enfermos”.

No contesté, ni lo haré en el futuro, no merece la pena. Lo que si tengo claro es que el problema principal, en este asunto y en este país, no lo tiene la sanidad, lo tenemos nosotros. Nos la vamos a cargar por ignorantes. Es lo que hay. El tiempo nos pondrá en nuestro lugar, espero.

Me ha parecido oportuno, dado el grado de demagogia inculta que soportamos...




1 comentario:

  1. Bueno, por lo que he leído en tu artículo, he podido ver que hay personas que no agradecen el estar vivas, de hecho, ese paciente que comentas, podría haber muerto sin una intervención de urgencia. Si me hubiera pasado a mí, vamos, hubiera besado los pies a todos los médicos que me hubieran atendido... Hay que entender también que hay gente para todo, incluso, maleducados.

    ¡Un saludo!

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