martes, 26 de febrero de 2019

Primer encuentro


La primera vez que te vi fue en casa de mi hermana, de quien eras amiga. Nos conocimos al entrar en su habitación y vernos en los grandes espejos que decoran su habitación. Sé que no te gustó la forma de mis piernas en el espejo, al igual que a mí me sorprendió el relieve que marcó la luz de tubo en tus pómulos. Sí, es cierto que la primera impresión influye, pero no es un dogma psicológico y por lo general las primeras apariencias engañan.

Por todo ello hemos quedado hoy entre la tarde y la noche, en lo alto del parque de nuestra ciudad, con vistas a la cúpula de un edificio histórico. Es como ir a la historia desde la sin historia.

Y en ese espacio luminoso nos encontramos siendo nuestros primeros y largos minutos de conversación, un espacio de tiempo dónde nuestras palabras se desnudan y solo cobran la forma de tu cuerpo que yo veo y la forma del mío que intuyo estás mirando. En ese largo momento de silencio adoro tu belleza muda, al tiempo que siento que tú te deleitas con la mía. Y me gusta  descubrir el paréntesis de tu sonrisa al tiempo que, con tu mano rozas mi brazo, palpas los puntos suspensivos que en él se han formado. Era todo un simbolismo de que algo bello ha comenzado.

Este primer encuentro a solas es un ejemplo de la elocuencia del silencio, totalmente pleno cuando, con tus besos, tu boca queda dentro de la mía y tu voz se apaga dormida en mi garganta.



1 comentario:

  1. Muy intenso! Hay encuentros que son inolvidables, dejan una huella en nosotros y somos incapaces de borrarla porque llegan a definirnos, a formar parte de nuestras vidas y creo que en este pequeño "relato" lo has mostrado muy bien, los momentos se viven intensamente.

    ¡Un saludo!

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