domingo, 9 de junio de 2019

Primera cita

Cualquier cosa me irrita. Interiormente, me siento mal con alguna frecuencia. No sé a qué es debido. ¿Depresión?

He quedado mañana con un hombre a quien conocí en una visita que hizo a mi trabajo. Fue una intuición porque la visita fue más rápida que el paso de un cometa... Siento  gozo y alegría ante este  encuentro y al mismo tiempo estoy llena de miedo. Habíamos quedado en la fuente de la plaza de las ranas. A la hora en punto ahí estaba él con gabardina y  sombrero azul oscuro y yo vestida con una  falda roja que estrenaba.

Después de presentarnos decidimos  dar un paseo despacio mientras nos conocíamos un poco más. Fue una salida perfecta. Algo que los dos estábamos necesitando. Solo había habido un saludo de manos, un beso que ha sido de presentación en la mejilla, en una noche entrañable. Me gustó mirarme en sus ojos y sentir que le gustaba mirarse en los míos. Quedamos para el día siguiente, con intención de bajarnos a las 12 en la playa.

Pasaron las horas y ya había salido la luna, que brillaba esplendorosa, cuando me enseñó su lugar de trabajo. No había estado nunca en una sastrería. Mientras me explicaba despacio el proceso de conservación reparación o hechura de cualquier traje, me deslice suavemente por el piso de madera, casi sin hacer ruido y como queriendo leer las huellas que él cada día dejaba en ese pasillo.

La verdad es que interiormente estaba viviendo un momento en de felicidad, donde de manera libre y espontánea expresaba lo que sentía interiormente.

Mientras él no paraba de hablar pausadamente, yo, habiendo vencido a mi propia timidez, me encontraba lanzada como una cometa. Me iba partiendo por dentro en pequeños trocitos, y me senté en plan pose en su mesa de trabajo. Con gran astucia por mi parte, me colgué en la lámpara del techo, mientras abría los libros de su escritorio, queriendo identificarme con su letra, de tal manera que, después de aquella noche, cada día que amaneciera uno de aquellos libros de trabajo me llevara a su pensamiento. Fue aquella la primera vez que cenamos juntos. En este preciso momento, él se dio cuenta de que las cervezas nos estaban haciendo su efecto. Y oí como me decía "Me gustas más volando entre mis libros qué parada mientras cenas pensando en qué vendrá después. Así que dejemos la cena hasta donde ha llegado y vayamos a caminar teniendo como guía nuestra amiga luna quien, con su cariño a todos á nosotros, nos dirá cómo acabar la velada.

Y así hicimos mientras la luna estuvo visible hasta que se escondió detrás de una nube y apareció el sol.

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