lunes, 11 de noviembre de 2019

Café con churros


Hace tiempo coincidían en el bar-churrería de la plaza a desayunar. Se sentaban los dos en la misma mesa. Pedían lo mismo. Un día una manzana y un sándwich de jamón y queso. Otro día cinco churros. Parecía haberse puesto de acuerdo. No hablaban, ni siquiera sabían cómo se llamaba el otro.

Un día coincidieron en la guagua. Casi al mismo tiempo vieron la cara del otro y salía de cada uno una voz que preguntaba:  “yo a ti te conozco de algo”. Y uno de ellos responde: Sí, de jugar con los churros.

Y es que vivir es todo un complejo arte, donde gracias a haber metido la pata en varias ocasiones, somos un poco más sabios, dándonos cuenta que el silencio es tan buen compañero y amigo como lo es la palabra. Y al igual que las palabras tenemos que aprender a utilizarlo para sentirnos cómodos con él. Puede venirnos bien para frenar una discusión, para cuando queremos "pasar” de aquella situación, para muchas otras cosas.



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