miércoles, 27 de noviembre de 2019

Consecuencias


Han pasado décadas, y aún quedan secuelas de la guerra de Vietnam -¿qué no quedarán de otras más recientes?-. Hablamos de guerras y pensamos en los que han muerto. Junto a ellos, también mueren muchas otras cosas, como son los principios y valores de vida.

Una de las principales víctimas de la guerra es la pobreza. Los estados nunca invierten en la rehabilitación de sus pobres lo que gastan en material bélico.

Justamente en los Estados Unidos, mientras libraba la famosa guerra en Vietnam, crecían los guetos de afroamericanos en las ciudades del país. Y en paralelo, los problemas derivados de la inseguridad, las tensiones raciales, la desigualdad real de derechos, en él ámbito laboral… circunstancias que también van a dejar su huellas en desequilibrios sociales y emocionales de toda la sociedad. Los mismos efectos, con las características peculiares de cada caso, se han ido y se irán percibiendo tras cada conflicto bélico.  

Mientras tanto, los políticos ignoran esta injusticia estructural y prefieren optar por el método liberal de resolver los problemas: se limitan a bajar las tasas de los impuestos a los ricos y privatizar los servicios sociales. A estas alturas, debería quedar patente que sin la solución de los desequilibrios estructurales la espiral seguirá creciendo. El poder ya no puede legítimamente demandar la obediencia a sus miembros más desfavorecidos. En esas condiciones, incluso la participación democrática queda cuestionada.

La conclusión que  Martin Luther King entresaca de este tema, y que esté blog hace suya, parece aun vidente: Nunca más abalaré con mi voto la violencia contra los oprimidos. Antes deberé exigir responsabilidades al mayor patrocinador de la violencia en el mundo actual cuál es mi propio gobierno.




No hay comentarios:

Publicar un comentario