domingo, 10 de noviembre de 2019

Libertad para pensar, actuar... ser


Siempre nos vamos a encontrar con situaciones y circunstancias de nuestra vida frente a las cuales hemos de tener unos principios de vida que nos hagan actuar en el momento y no estar pendientes de una respuesta que no llega desde fuera ya que, antes, ahora y después, nosotros somos sus dueños.

Así en el mundo afectivo nuestras relaciones -sobretodo precisamente esas: las afectivas- no deben girar desde el egoísmo. Ni de ellos  para conmigo, ni de mí para con ellos. Hay opciones personales que pueden trascender a la familia. Opciones políticas, ideológicas, religiosas, etc. no nos deben enfrentar a los nuestros. Debemos comportarnos de manera que ni devoren nuestra libertad personal, ni nos cierren a los que han hecho posible estemos aquí.

En una segunda cuestión está todo aquello que nos hace sufrir en la vida. No caben resignaciones que nos paralicen. Para empezar, no cabe otra cosa que aceptar aquello con lo que nos hemos topado; no vale poner una cortina que lo pueda esconder. No existe. Pero si que hemos de ponernos en camino, avanzar y cambiar mejorando lo que podamos. No cabe vivir sometidos y situarnos como víctimas.

Y un tercer aspecto es la toma de decisiones en nuestra vida. Vivimos en una sociedad en movimiento. Si la tierra está dando vueltas al sol, eso se nota en los movimientos continuos a los que estamos sometidos.

Así mismo, debemos ponderar movimientos emocionales, mentales, de ideología, etc., que pueden hipnotizarnos y hacernos de su corriente o dejarnos que las modas y las tendencias influyan desmedidamente en nosotros.

Para todo ello la libertad de pensamiento y actuación será una fundamental, como lo será aprender a usar lo que tenemos de manera responsable y para el bien común. Aprender a no idolatrar ideas aparentemente deslumbrantes, sin haber sopesado su contenido profundo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario