lunes, 27 de noviembre de 2017

Campanas

Desde su propia reflexión personal evaluaba los primeros pasos en el mundo de la pintura como el desarrollo de un mundo interior y exterior en todo lo que hacía. Se creía mejor que el anterior expositor. No solo lo pensaba, sino que lo decía. En su línea laboral reconoció la existencia de personas cuyo paso por su vida no solo influyeron, sino que lo educaron en esas ideas.                                

Pasar unos días de descanso en el pueblo natal, de donde había salido con solo ocho años, era como revivir un aire nuevo que renovaba sus pulmones. Y en aquel mundo de pequeñas cosas había algo que le infundía paz por todos los costados: las campanas de su pueblo.

Y cuando a veces se entretenía en oscuros pensamientos del pasado, aquellas campanas sonaban con su propia melodía serena y suave, retornándolo al azul claro del cielo de su pueblo que seguía siendo su motor. Se cargaba de energía hasta que, volviendo a aparecer el estrés del día a día, regresara a su pueblo. Allí también, el contacto con las personas con las había crecido, jugado y compartido le hacía bajar al plano de igualdad con los demás que la vida le estaba pidiendo.



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