domingo, 14 de julio de 2019

Relevo


De joven estudiante de bachillerato, en la clase de filosofía nos repetían con frecuencia que la naturaleza es como una madre que sabe educar y de la que hay muchas cosas que aprender. Por ejemplo, aprender del viento que nos acaricia sin dejarse ver. O del sol que ilumina, calienta y anima la vida sin hacer ningún ruido. Aprender de los pájaros que cantan escondidos en la espesura del bosque como una madre entregada a sus hijos sin contar jamás las horas trabajadas. Y por supuesto de aquellos que tenemos cerca y qué comparten lo que tienen y lo que saben sin anunciarlo ni publicarlo.

Que la fuerza de la naturaleza también se muestra desde los que antes de nosotros han sabido reproducirla en su lucha contra la injusticia sin pasar recibo por los servicios prestados. No han sido perfectos, pero han puesto toda su carne en el asador. Tomemos el ejemplo de aquellos que, sabiendo que la naturaleza no es de propiedad privada, han sabido compartir sus cosas y su esfuerzo sin ningún tipo de aspaviento.



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