jueves, 8 de agosto de 2019

La carta

El hombre de la gabardina metió el sobre en el buzón. No se percató que le temblaba el pulso y un poco las piernas al igual que el día que la conoció. Fue todo muy de repente.  A la salida de un espectáculo musical, un tropezón involuntario, una petición de perdón y disculpa. Una bajada del ascensor de siete  pisos y al final un cortado en el restaurante más cercano.

Se quedaron con sus teléfonos y sus direcciones. Aquella noche comenzó a escribirle y escribirle, como si pudieran empaparse de aquellos ojos marrones y sacar la tinta precisa. Pérdidas las letras cada momento, se levantaba a buscarlas en el balcón de su casa intentando vislumbrar una sombra que se pareciera a ella. No podía escribirle. Quería estar con ella. Llamarla por teléfono le daba miedo de escuchar un no por respuesta. Decidió enviar una carta con una pequeña tarjeta que decía: "Te espero el domingo a las 18 horas donde el primer café".




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