domingo, 25 de marzo de 2018

El salto


Desde que comencé a trabajar en esta empresa de juguetes acuáticos noté como un soplido que bajaba de los montes cercanos diciéndome no podía conformarme con ser conserje. Y yo le fui haciendo hueco tan hondo que con frecuencia como un silbido gomero que trae anuncios en su música, salía de mi garganta.

Yo no nací para ser ruiseñor de desdichas, sino árbol con fuertes raíces en tierra. Por eso el soplido se hacía metros de altura que saltaba, y el silbido se convirtió en exámenes que aprobaba. Y hoy salen gozosos de mi garganta anunciando a los míos que el salto dado ha sido más grande que el buscado. Formar parte del grupo de asesores de mi empresa es como ver a mi gente siempre sonriente, con la vida resuelta y el corazón contento.

Y si otro salto tuviese que dar aquí estaría volviendo a entrenarme con cariño y esfuerzo, pero siempre con ilusión.



No hay comentarios:

Publicar un comentario