viernes, 20 de julio de 2018

Grupo de amigos


Aquella tarde, en el círculo de amigos que solemos reunirnos una vez al mes, descubrí, o mejor, tomé conciencia de que hay personas que se toman muy en serio que su vida solo puede ser vivida plenamente sí está en conexión y relación con los demás.

Aquellos amigos -que en reuniones anteriores poco habían hablado- se sintieron tocados por una serie de problemas y vicisitudes que habían pasado en su barrio, con dos familias que ya estaban rayando en la extrema pobreza. 

Eran conscientes que, a pesar de su historia y de su debilidad, todo muy bien nacido tiene autoridad sobre el mal, en la medida que no se deja que el odio, el engaño, la violencia y similares se apoderen de ellos, haciéndoles vivir en un círculo cerrado.

Tenemos que luchar contra nosotros mismos porque siempre existe en nuestro interior la tentación de poner nuestra confianza en el dinero, en la imagen, en el poder, en tal o cual partido, en estar a la última en la tecnología, en tener al día todas las seguridades.


Eso sí. La mayoría no piensa como uno y es inútil empeñarse en convencerles. Tiempo perdido. Es cosa de seguir adelante, de saber que contamos con el apoyo de ustedes si fuese necesario y así, poco a poco, sanar las heridas y expulsar las sombras de nuestro barrio.

Me gusta el planteamiento de vida de estos amigos y llevo unos cuantos días pensando qué podría hacer yo para unirme a ellos. A lo mejor ya lo estoy sin ser consciente de ello.



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