viernes, 15 de marzo de 2019

Calma y silencio


Por aquel tiempo eran muchos los que se retiraban a la soledad de los montes a meditar. Y eran muchos los que, en el silencio de las cumbres y de los pequeños valles ocultos, se buscaban a sí mismos.

Pero Abul Beka decía de ellos:
- Aquellos que buscan el silencio en la calma nunca lo encontrarán desnudo. Para desnudarlo hay que buscarlo entre el bullicio. Decidme: ¿de qué sirve a un corazón tener calma en medio de la soledad? ¿Acaso no es como la calma que tiene un río cuando riega un valle?
Mas ¡qué grande es un corazón cuando en medio de la alteración conserva la calma y se viste con el silencio! Es como el torrente que resbala sereno por la falda de la montaña.
Muchos van a lugares donde lo más que les molesta es el canto de un pajarillo o el ritmo que arranca la brisa a las hojas de los árboles. Y se dicen: «Estoy tranquilo y sereno en este lugar, ya he alcanzado la calma y el silencio es el amigo de mi corazón».
Pero cuando vienen al bullicio, sus corazones se agitan y sus pulsos se alteran; y sus pensamientos chocan violentamente en sus frentes. Y yo les diría: ¿dónde guardasteis la calma? ¿Qué morada le preparasteis en vuestros pechos que tan pronto se fue de vosotros?
Mirad que aquel que busca el silencio interior lo encuentra en medio de los ruidos y de las voces y de los gritos; y tomándolo, lo sienta en su corazón, y al escucharlo ya no oye hacia fuera sino hacia dentro.
Y en verdad os digo que ni una tormenta ni el galope de cien caballos podría separarlo de él.
Para buscar, pues, la calma interior, no os vayáis adonde todo es calma. Id adonde no hay calma y sed vosotros la calma. De esta forma la encontraréis al darla y la tendréis en el grado en que veáis que otros necesitan de vosotros para calmarse.

 Autor: Cayetano Arroyo 
"Diálogos con Abul Beka"




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