jueves, 13 de julio de 2017

Itaca


En el banco de piedra, abajo, en medio de las rocas que allá pusieron, para ganar terreno al mar, se sentaba frecuentemente para escuchar a las sirenas. Dice él que le hablaban, y se le notaba convencido. “No las entenderás, si te lo digo tal como a mí me lo cuentan. Pero a mi manera te lo traduciré. Solo los que hemos confiado en Ulises tenemos esa posibilidad”.

Lo que él desconocía es  que otros muchos Ulises habían estado sentados bajo el polvo del tiempo. Que muchos han sido y son los que emprenden, o al menos lo intentan, el viaje a Itaca. Y así, desde aquellas piedras marinas salió su compromiso de no cambiar de meta, de no apresurarse en llegar a ella, sino gozar de la aventura del camino.

Pasado el tiempo que cada día dedica a disfrutar de ello intenta con su mirada cambiar las negras azoteas que va viendo camino de su casa por unos tejados blancos. Por eso lleva sus bolsillos llenos de espuma del mar en su recorrido de vuelta.


 

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