sábado, 15 de julio de 2017

Riñas


Recordaba como si fuera ayer el tiempo que vivió en plena guerra de vecinos contra vecinos. Salvo los que dirigían las operaciones militares desde sus despachos y a golpe telemático los que estaban en los campos de batalla vivían con el deseo de una mañana levantar con nobleza su frente y contemplar como el sol lucía de una forma diferente.

Como en todas las guerras cruentas pasa también en las incruentas. Vecinos que no se llevan, compañeros que te ponen los traspiés, foreros que prefieren los demás sigan su estilo, amigos que van aguantando un día y otro también los errores de los demás hasta que un día revientan.

Unos, desde los despachos ovales, otros desde las pequeñas chozas. Cada uno desde donde nos toque habremos de soplar fuerte, un día sí y otro también, para que los humos que provocan esas densas nubes vayan disipándose y dejen ver el resplandor del azul celeste del hielo.


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