martes, 5 de diciembre de 2017

De pendientes va la vida

Qué fácil es ver los toros desde la barrera o arbitrar un partido de fútbol desde las gradas. O que maravillados nos sentimos cuando vemos llegar al alpinista a la cima de su meta y brazos en alto exclama su alegría ante el entusiasmo de sus fans. Más difícil es estar en el campo entre los jugadores que pasan el balón, corren y patean sin tener en cuenta al que está delante. Y no digamos subir el monte más alto desde una plataforma bien estable donde el único esfuerzo de los que lo ven es soportar el pesado abrigo que nos cubre del hielo.

“Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible". (Leni Riefenstahl)

A los que tienen como hobby montañas muy altas a veces se le toma como excéntricos. Los alpinistas son el mejor ejemplo para saber lo que es escalar, su camino es una pendiente inhumana, donde los emperadores son el viento y el hielo y los extremos suelen tocarse: éxito o fracaso. De alguna manera arriesgan su vida para tocar un premio. Algo así como una fantasía donde se unen la capacidad física con la determinación, la ética con la capacidad técnica, ningún timorato o miedoso se atreverá a vivir esta experiencia.


Deporte, el alpinismo, que es un buen ejemplo para revisar las escarpadas paredes o muros que hemos subido o tendremos que seguir subiendo para cualquier cosa que nos propongamos. En el alpinismo no cabe la tibieza. Hay que echarle fantasía, estar preparados física y técnicamente, tomar las dificultades como un juego o reto de palabras a construir desde ellas una historia. Se necesita para ello gente responsable. Superar limpiamente las dificultades, no hacer trampas, no luchar contra la naturaleza sino comprenderla adaptándonos a ella. Actitudes todas ellas a contrastar con cualquier objetivo que nos tracemos en la vida para lograr el cual siempre habrá que subir una montaña, más grande o más pequeña, pero subida siempre.



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