martes, 19 de diciembre de 2017

Lampedusa no es solo una



Lampedusa y su cruz no son una. Ha habido, hay y parece seguirán habiendo muchas lampedusas o igual muros de separación. Después de tantas luchas hubo un tiempo, no muy lejano, en que los ciudadanos de buena voluntad celebrábamos la caída de los muros que castraban a las personas en dos clases. El muro de Berlín fue un hito de todo ello. Pensamos hace ventiocho años, cuando celebramos ese hecho, que ya se derrumbaban todos los muros que impedían ser libres y que el recuerdo del mal pasado nos ayudaría a construir un mejor futuro sin muro alguno. Pero hoy se construyen hasta en el mar y las fronteras se han convertido en puesto de control.

Nos avergonzábamos de levantar muros, de separar a la gente. Nos dolían las guerras que destruían ciudades. Buscábamos mil y una formas de destruir aquellas bombas que, aún en tiempos de paz, seguían matando con retrasos y dejando inválidos, cuando no muertos, a miles de seres vivos.

¿Y hoy qué? Se gastan millones de fondos europeos en levantar alambradas que impidan pasar a refugiados que huyen de una guerra o de la muerte que provoca el hambre continuado de hoy sí y mañana también. Y ahí están, prácticamente en todas las fronteras donde se ha aumentado la vigilancia policial, negándoseles desde hace años a muchos, que intentaban su paso el derecho de asilo. En España hace unos quince años el derecho de asilo comenzó a estar amenazado, hoy está ya muerto de tiempo ha. Sin olvidar, por supuesto, la gran muralla levantada en Israel para evitar el crecimiento palestino. 

Al menos los que deciden estas acciones tienen el coraje de brindar por su hipocresía. ¿Qué otra cosa si  no hicieron hace pocos días? ¿Recuerdan cómo levantaban su copa el pasado dia 10  brindando por el aniversario de  la declaración de los Derechos Humanos? ¿Cómo son capaces de brindar por algo que nisiquiera conocen ni han leído? No los han leído. Vean si no como empieza el texto: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.”

Miles de millones de euros es la cifra que prácticamente se ha invertido en levantar muros. Con estos dineros cuántas vidas se hubieran salvado invirtiéndolos en la construcción de paz y desarrollo en esos países donde seguimos andando en la búsqueda de nuestros intereses?.
Algo de verdad existirá cuando, sabiendo todas estas dificultades, miles y miles de personas siguen saliendo de sus países en busca de paz.


Y nosotros seguimos invirtiendo en las consecuencias de ese éxodo en lugar de hacerlo en la solución de sus causas. Seguimos sin querer oír ni ver. En lugar de seguir fabricando muros,  ¿por qué no derrumbar las políticas económicas que defienden los intereses de unos pocos?. En definitiva, aunque sea triste solicitarlo: ¿Por qué no igualar las personas al capital? (p.e. los dineros no necesitan visado para viajar de un sitio a otro y van por autopista sin muros y sin peaje)


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