sábado, 26 de mayo de 2018

Prohibido pensar


Recuerdo los años juveniles en que corríamos delante de la policía, escondiéndonos algunas veces debajo de los coches, viendo, al alcance de nuestras manos sus porras, mientras en la única cadena de televisión se producían cortes informativos sobre la salud de Franco, y se alzaba la voz de mi padre: “¡A callar todos! a ver si anuncian de una vez que se murió Franco". Actitud común en la generalidad de los hombres de su generación, que se vieron obligados a ir a una guerra entre iguales poniendo en peligro sus vidas y el futuro de sus familias.

Y así, poco a poco se fue acabando aquel tiempo en que te decían en el cuartel aquello de 'y no se olviden que ustedes no tienen derecho a pensar". No. No me he equivocado de palabra. ¡Negaban el derecho a pensar!

Pero el tiempo pone las cosas en su sito. A una generación le sigue otra… y otra más. Muchos de aquellas vivencias -hoy relegadas a la memoria de los que vivieron aquellos años- parecieran literatura, propia de un guion para una serie en algún canal de TDT.

Y sin embargo, por muy exagerado que parezca, no estamos exentos de volver a caer en situaciones parecidas. Quizás no sea con “grises” ocupando las calles y esgrimiendo porras. No hace falta. Las formas se sofistican, se disfrazan aunque la consigna sea la misma: “prohibido pensar”.


 




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