lunes, 5 de noviembre de 2018

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Somos muchos lo que queremos disfrutar de nuestros derechos a una vida privada.  Hay otros, sobre todo entre los famosos, que disfrutan dejando atrás ese derecho. Y les  gusta esa dinámica tanto que ganan una buena dosis de dinero por darla a conocer. Y donde más peleas hay, violencia, oscurantismo y cosas similares  mucho más se compra por parte del público.

Otro espacio donde esto goza de buenas acogida son las redes sociales. Podríamos decir que hay una especie de traje de trabajo por parte del protagonista de famoseo, y, a estas alturas, códigos ya marcadas y establecidas. Y eso lo ves desde las fotos que se sacan las adolescentes en las redes que lo comenzaron las famosas: la conocida postura de quebrar la cintura hacia dentro para que los glúteos sobresalga hacia fuera, los morritos simulando un beso robado. Entre postureos e “influencers” -cada cual recurre a este festival de la confusión con sus armas…- ha nacido un nuevo género audiovisual y literario donde se trata simplemente de engañar, ser engañado, odiar y venderse . En definitiva originar un escándalo.

Es la revolución de principios de este siglo: reproducir  información, chismes y rumores, tamizados y distribuidos por las redes.



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