jueves, 6 de septiembre de 2018

El Tren


Hemos pasado la vida esperando un tren. No un tren cualquiera. Un tren en el que nuestros abuelos y bastantes de nuestros padres participaron en sus hechuras. Cada mañana en turnos de una veintena de personas íbamos a la estación con banderas y flores y allí nos estábamos hasta que la noche cayera encima y no se pudiera circular. No era un tren cualquiera. Lo distinguiríamos enseguida pues respiraba poesía y olía a música.

Esperábamos un tren, nos habían dicho nuestros padres aunque, algunos en la estación nos mirarán con estupor y odio, como si ellos solos tuviesen el derecho no solo de elegir la música, sino de imponerla a los demás. Aun así, cada día nos llegaban noticias más frescas de su paso por ciudades y pueblos con enigmáticos nombres y problemáticas históricas.

Nos fortalecía la esperanza de que era el producto de la oposición de nuestros abuelos a la guerra civil que consideraban cómo lucha entre hermanos y a su vez resultado del papel activo que nuestros padres lucharon en el momento de la transición política.




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