domingo, 4 de febrero de 2018

Reflexiones deshilachadas

Son pensamientos que le vienen a uno a la mente, sin orden ni concierto, al pairo de algo que has escuchado o leído y que crecen en momentos que estas solo.

En la vida vamos corriendo de un sitio a otro, a veces sin parar y cuando paramos lo hacemos a la sombra de un programa televisivo. Pero en esa carrera que hago cada día ¿cuántas veces me paro a pensar?  No vale lo que me viene al pensamiento cuando voy en el autobús, o lo que se me ocurre conversando con alguien. La cuestión es: de la misma forma que me paro para comer y soy consciente que no estoy haciendo otra cosa, ¿me paro también para pensar lo que he hecho durante el día, lo que he aprendido en aquella conferencia que fui, la conversación que tuvimos hoy en la familia?

Hice la prueba y me puse a pensar.

Y una primera pregunta me vino a la mente: ¿Eres feliz? ¿Es que cuesta mucho conseguir tus sueños? Buscar la Felicidad no es nada fácil. La vida no es un camino de rosas. Unas veces estamos en la cuerda floja o al borde de un precipicio a punto de caer. Y otras nos sentimos plácidamente cómodos como flotando en las aguas serenas de una playa tranquila

Me doy cuenta cómo en ocasiones la cabeza y el corazón me mandan mensajes contradictorios entre los cuales no sé decidirme. Mi corazón me empuja a no callarme lo que siento, mi cabeza dice que grite en silencio, que deje espacio, que el tiempo todo lo cura. Sentimientos enfrentados... ¿hablar o no hablar?, ¿llamar o no llamar?, ¿decir lo que siento o callar? En definitiva, ¿luchar por lo que quiero o conformarme con lo que hay? Y si decido luchar... algunas veces. ¿Cómo voy a hacerlo si esto es cosa de dos?

Sí. Merece la pena dedicar tiempo conscientemente a pensar sobre uno mismo. Las conclusiones irán tomando camino con serenidad y conciencia y sabiendo juntar cabeza que piensa y corazón que siente.


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