sábado, 7 de abril de 2018

El alma suelta


Queriendo conocer nuevos horizontes tropecé con ciertos lugares de luces amables pero con césped artificial, coches derrapados y vendedores de matrículas viejas, un circo vallado con rejas y en su interior solo una autocaravana por debajo de la cual corría el agua, con gente que al hablar contigo solo recordaba su infancia y que si le preguntabas por el hoy te respondía: Sobrevivimos. Sobrevivimos.

Un pueblo que me sirvió para saber un sitio más donde no quiero vivir y para recordar mi sueño en ser astronauta al menos en una tarde tan larga como una salchicha . Todo ello en un día en que el sol apretaba y el sudor parecía tener visado internacional.




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