domingo, 1 de abril de 2018

La experiencia masónica de mi amigo Ramón


Amigos desde jóvenes, somos ahora casi vecinos y conversadores, sobre todo Ramón que siempre tiene temas en la bandolera.

Hace pocos días me dice así de improviso: “¿Te he comentado alguna vez que soy masón? Mi cara de sorpresa debió notarse a unas cuantas leguas. El me miraba sonriente, como riéndose de mi gesto bajo la seguridad de su apuesta, hasta que le dije “¿y qué hace un chico como tú en un lugar como ese?”. El gesto de asombro fue ahora el suyo. “Eso suena a comentario despectivo, como si yo, chico bueno, me haya metido en un garito o cosa peor”. Bueno, la verdad, le comenté yo, las primeras noticias que me llegaron de la masonería fue cuando de jóvenes, en la resistencia antifranquista, tildaban nuestros movimientos como pertenecientes al “contubernio judeo –masónico- marxista”. De ese dicho saqué la conclusión de que no debía ser algo malo pues estar contra el sistema franquista que nos gobernaba era estar a favor de las libertades. Así que de entrada mi primera impresión sobre la masonería fue positiva. Luego cuando llegó Internet indagué y recuerdo ver dicha institución ligada con el libre pensamiento, con la igualdad entre la gente y algo así como una sociedad secreta considerada como secta por algunos. Ahí me perdí y como que no conociendo a ningún masón mi interés desapareció. Pero ahora resulta que mi mejor amigo es masón y no me había enterado. Y, ¿desde cuándo lo eres y qué haces en ese rollo?

Aquel día la caminata fue más larga de lo acostumbrado y casi que llegamos a nuestras casas a la hora del almuerzo.

Aquella mañana Ramón habló sin parar, y sin parar yo preguntaba. Hacía poco, unos once meses, que había comenzado a formar parte de dicha institución. Y que en una primera fase estaba como en una situación de aprendiz, escuchando mucho, leyendo otro tanto, no perdiéndose ninguna reunión y conversando con nuevos hermanos que iba conociendo.

Eso de hermanos - nunca llamaba a los compañeros masones, como amigos-, me llamó mucho la atención. El problema de uno es problema de los demás. Si uno fallece y la viuda se queda en mala situación económica allí están los demás para echarle una mano. Es el sitio donde únicamente se ha sentido en su vida valorado por ser él quien es y no por la función desempeñada.

Nosotros, me insistía Ramón, somos, por educación, por costumbre o por lo que fuese, como una piedra bruta de mal aspecto. Necesitamos moldearnos interiormente, aprender a comportarnos intentando transformar lo que hay a nuestro lado en realidades positivas y que sean beneficiosas para la humanidad. Hemos de aprender a trabajar y vivir considerando a todos iguales, colaborando en la libertad de las personas y haciendo posible la fraternidad con los cercanos al menos, y siempre que los demás quieran, pues a nadie se debe forzar en que asuman actitudes por muy positivas que sean si ellos no lo valoran. Y ese es fundamentalmente el trabajo que ahora mismo realizo, como principiante en la institución, el de ir moldeando mi piedra hasta que se convierta en una piedra suficiente y capaz como para construir algo sobre y con ella.

De aquella conversación salieron muchas cosas en la medida que le formulaba preguntas y, sobre todo, las mil y una dudas que todo ciudadano poco informado del tema se plantea. Dudas que con infinita paciencia mi amigo me iba aclarando y que transcribo en este post como palabras suyas.

“Sí, ya sé que todavía hay gente que piensa en que somos una secta. ¿Recuerdas a Manolín, nuestro amigo? Se metió en una secta, y aquello, si te acuerdas, fue como destruir todo su pasado, no sé cómo pero dominaron su mente, se marchó de su casa a vivir con otros más en aquella casa grande del Risco de Bañaderos, dejó de ser él mismo, abandonó a su esposa, y todo era decir amén a los líderes de aquel entorno. ¿Tú ves en mí alguna semejanza a nuestro antiguo amigo en todo este año que además día a día hablamos de una cosa o de otra? ¿Tú me  has visto sin opinión y pensamiento propio?  ¿Cómo vamos a practicar el libre pensamiento que defendemos si fuéramos una secta? Eso de que la masonería es una secta son bulos que han hecho correr para que estén en contra de nosotros. Bulos parecidos, y salvando las distancias, a los que la gente cercana al gobierno actual hacen correr sobre los otros grupos con el fin de desprestigiarlos.


Otra cosa: es difícil entrar en la masonería, pero muy fácil salir, lo cual es una costumbre contraria a una secta. Además entre nosotros no hay líderes sino coordinadores de nuestros trabajos y solo por un año o dos como máximo. Cada año se renueva. Y es elegido por toda la asamblea. Es un servicio, no un poder, por eso no hay silla de mando, y el que coordine este año, al siguiente pasa a ser como el último que ha llegado. Con un ejemplo lo entenderás mejor, es como si Rajoy este año deja de ser presidente y pasa automáticamente a ser conserje de la Moncloa. Así son nuestros líderes. Como ves, lo de secta lo llevamos mal practicado.

¿Una religión, me dices? Pero vamos,  ¿estás pensando por ti mismo o repites lo que has oído? ¿Tú crees que gente inteligente, que también dicen eso de nosotros, vamos a inventar una religión más con todas las que hay? Aquí hay católicos y protestantes, creyentes y no creyentes, ateos, agnósticos, musulmanes, con o sin religión. Cabemos todos. En eso, pues fíjate, igual damos ejemplo a cualquier religión. Somos ecuménicos. Nos une nuestros tres principios: libertad, igualdad y fraternidad. Ni hablamos de religiones, ni valoramos o criticamos la política partidaria. Lo cual no quiere decir que lo espiritual o la realidad social y política no salga en nuestros debates, pero sin posiciones grupales. Los hay de un partido y de otro o de ninguno, que somos los más. Eso sí, reconozco que no conozco a ninguno que políticamente sea lo que llamamos un derechoso. No porque se le excluya, sino porque el mismo tendrá que darse cuenta que allí no cabe. ¿Te imaginas tú a uno de la rancia derecha defendiendo la igualdad de la gente y de los pueblos?


La otra cuestión que me dices sobre si somos una sociedad secreta. Te puedo decir que estamos inscritos en el registro de asociaciones del gobierno canario, con lo cual de secretismo nada, pues todo hijo de vecino puede ir y solicitar nuestra documentación. Una asociación pública con sus derechos y obligaciones como cualquiera otra. Lo que pasa es que ha habido épocas históricas, también en nuestro país, en que la masonería fue perseguida. Dicen que en España no solo por el contenido ideológico de la institución sino también por la rabieta que pilló Franco cuando queriendo entrar en la institución no fue admitido al no considerársele un hombre libre, honrado y de buenas costumbres. Y eso ha hecho que los masones no se den a conocer de palabra tan fácilmente. Yo, por ejemplo, puedo decir a quien quiera que soy masón, lo que no debo es atribuirle públicamente su condición de tal a un hermano. Cada uno hace aquí de su capa un sallo.

Pero ¿de dónde has sacado eso de que somos un grupo luchando a la escondida para hacer estallar la actual organización y hacernos con el poder? ¿Me ves a mí como asaltante de la Moncloa? Para nada, hombre. Somos una institución para la formación, instrucción y cambio personal. Eso sí, cada uno de nosotros en nuestra actividad de cada día, en la casa, el trabajo, la escuela, la comunidad de vecinos etc. tiene el compromiso de poner en práctica nuestros principios, con los que supongo estarás de acuerdo: libertad, igualdad y fraternidad.

¿Dónde está nuestro secreto? Simplemente en el significado de nuestros símbolos y ceremonias pues es un medio que se utiliza para nuestra iniciación permanente al espíritu masónico, lo que hace toda organización esotérica de tipo iniciático”.

Aquélla fue la primera conversación sobre el tema, pero no fue la última. Confieso que inicialmente mis preguntas trataban de no parecer indiscretas, y menos aún morbosas, sobre una asociación que durante mucho tiempo nos trataron de presentar en este país (y aun hay quien así lo hace) como un grupo de gente peligrosa, que pretende disolver la sociedad. Pero nadie me va a cambiar, a estas alturas, la opinión que tengo de mi amigo Ramón. Y cuando digo "amigo" sé de lo que hablo. Me ha demostrado con hechos su coherencia.


1 comentario:

  1. Muy interesante e instructivo. Te felicito Armando Esteban. Un abrazo X 3.

    ResponderEliminar