miércoles, 3 de octubre de 2018

Abdulah (I)


Al despertarme me doy cuenta de que tengo vecinos. Lo curioso es que hace tiempo que están. Les oigo todos los días pero no me doy cuenta. Alguna vez he escuchado a alguien y me quedo pensando. Son vecinos, están al lado. ¿Tienen problemas? Para que negarlo: a montones. Aunque solo nos enteramos cuando el problema afecta a uno de nuestra familia. Sin embargo, todo el mundo habla de ellos. Pero hablan de problemas. Son muchos, sí. Si vas a su casa ellos nunca tienen prisa en que te vayas. Viven con las puertas abiertas. Y hoy, escuchándoles, me ha llamado la atención dos cosas. Las mujeres y los mayores. Ellas hablan en plural: “vamos a ver qué es lo que hacemos para salir de ésta” (una frase muy suya que les he escuchado muchas veces). Los hombres son algo más individuales.

¿Y los mayores,? ¡Sorpresa! No se pasan el día sentados ante un televisor cuyo contenido no llegan a entender. En la puerta de su casa se sientan a escuchar, a leer,  a observar. Es raro que una persona con menos edad, sobre todo joven, no se pare antes ellos y les haga una pregunta. Harán caso o no a la opinión del abuelo, pero primero escuchan. Los demás vecinos le suelen mirar con ojos raros. “Me gustaría que se fueran a otro barrio”, dicen. A ellos también le gustaría, pero necesitan que por lo menos le pongan el agua en sus casas. Hoy me he levantado escuchando a mis vecinos y hablando con ellos. Con Abdulah, el señor que estaba en la puerta, he coincidido en muchas cosas. Nos hemos imaginado que no hay países; que solo hay una patria igual para todos; que todos los dioses se ponen de acuerdo y salen juntos los domingos a pasear; que en ninguna parte donde haya niños faltan parques para jugar. Nos ha extrañado escuchar la palabra guerra porque no la conocíamos ni sabíamos que existía. Y al final, nos hemos dado cuenta de qué hablamos el mismo lenguaje y no éramos conscientes de ello. Pues cada vez que no entendíamos una cosa nos mirábamos y nos sonreíamos. Y hemos dicho:  cómo soberanos de este mundo, pues poco es lo que hemos estudiado, decretamos que a partir de ahora el lenguaje común de todos los que viven en este universo sea la sonrisa.

PD: Utilizando nuestra sabiduría de mayores hemos avanzado en el tiempo y nos hemos dado cuenta de que nosotros seguimos llamándonos Europa y ellos siguen siendo África.





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