domingo, 21 de octubre de 2018

La visita

Unos viejos amigos me invitaron ayer a su casa. Habían preparado una merienda. Unos maceteros con flores podridas adornaban las paredes del salón. Las camas estaban sin hacer y aquellas sábanas,  no sé de qué color, despedían un olor a semen. Habían preparado unos sándwiches, creo que con mermelada pues eso es lo que parecía. Estaba cansado, había llegado a las 4 y eran ya las 5:30. Sabiendo de mi enfermedad notaron el cansancio en mi cara y, mostrándome su cama, me invitaron a relajarme acostándome en ella.

No hay canción de cuna en los cementerios, pensé sobre la marcha. Y aprovechando la situación salí para mi casa. Levanté la mano y me despedí de ellos. Ni se las estreche. Y tampoco les di un abrazo como cuando llegué.



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