miércoles, 17 de octubre de 2018

Niños


Anoche llegó a casa desde el Materno, con su niño en brazos y enseñándolo a los vecinos pero sin ella soltarlo de sus manos. El niño no paraba de llorar. "Parece como si estuviera diciendo ámame , ayúdame, protégeme", comento un vecino. Así puede ser al principio, pero con el tiempo nos damos cuenta de que ellos no solo vienen para recibir sino también para dar. Y poco a poco, si sabemos escucharlos, podrán ser incluso nuestros maestros.

Sí estamos atentos a su evolución nos daremos cuenta de que los niños comienzan a pedir honestidad y sencillez. Es decir que lo que sus padres les digan con las palabras vean que también lo hacen con sus hechos. Mientras son niños tienen un fuerte sentido de la justicia y el juego limpio. No se les puede mentir, si lo hacemos les creamos confusión.

Imaginemos que estas cualidades las tengamos también los mayores sobre todo los políticos y quienes nos gobiernan. Por eso, una sociedad que no le da la bienvenida a los niños está condenada al fracaso.

Y todo está relacionado. Mientras el abismo entre ricos y pobres se siga ensanchando las dificultades de mucha familias para encontrar trabajo -y bien remunerado- irán aumentando y eso hará que sus padres tengan que estar casi las venticuatro horas del día fuera de su casa. Y plantearse la maternidad como un riesgo financiero puede tener cargas psicológicas y emocionales .

Sí. El mundo necesita niños, pero ellos también nos necesitan. Cada día nacen niños nuevos en el mundo y, como dice Tagore, cada uno trae el mensaje de que Dios no ha perdido la fe en la humanidad. Lo bueno sería que dejemos que los niños sean niños por el mayor tiempo posible.

Froebel, reconocido educador internacional, hablaba de la importancia del juego en la vida de los niños de esta manera: “Un niño que juega meticulosamente y con perseverancia, hasta el límite del cansancio físico, será un adulto con determinación, capaz de autosacrificio por su propio bienestar y el de los demás”.




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