sábado, 19 de enero de 2019

Toda la vida


Sentadas a la orilla de un acantilado, Magnolia y María del Mar se lo pasaban en grande contando chistes. Al cabo de un tiempo Magnolia abrió su bolso para merendar una tortilla de verduras hecha por ella al horno. Y al abrirlo sacó para enseñármelo un pequeño portarretratos de cuando tenía unos diez años.

Fue entonces cuando Magnolia se acordó de algo que, con esa edad, le había pasado y se lo contó a su amiga:

- Un día en el colegio, en clase de plástica, me agaché a guardar un libro en mi mochila. Y a un compañero se le ocurrió darme una nalgada delante de todos. Unos rieron, otros aplaudieron. Y yo me eché la culpa al haberme agachado y mostrar mi tiernito culo del diez años.

Ahora veo se cumplió aquel dicho que dice: “No te preocupes si un niño te pega o molesta. Eso es señal de que le gustas".

El recuerdo de este hecho dio pie a cambiar de tema y hablar sobre el tan traído y llevado acoso sexual.

Pero hablar de ese tema es imposible hacerlo fríamente. Es algo de  lo que las mujeres siempre hablan desde la conmoción Es imposible olvidar los sentimientos, olvidar las experiencias, mantener la actitud distante de quién analiza  una realidad ajena. Volver sobre ello es buena parte de la actividad feminista de todos estos años. Porque siempre se empieza con la misma pregunta: ¿Por qué?



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