domingo, 6 de enero de 2019

Tres magos


Ellos saben que en esta ciudad se les tiene mucho cariño. Cuando bajan del barco que les trae, los aplausos, gritos y vítores se mezclan con los nervios que, sobre todo los niños, manifiestan. Nervios que se pone más en evidencia cuando los visitantes recorren en pasillo el espacio que separa el mar de la playa, tras la que miles de chiquitines aguantan junto a sus papás. Sus brazos se extienden para dar la mano a los tres hombres que caminan junto a su séquito de pajes. Uno de los niños, el pequeño Samuel, de cuatro años, le regala una chupa a uno de los visitantes el cual riéndose se la pone en la boca. Son innumerables los niños que, sobre, en mano se presentan ante los ilustres visitantes para entregarles una carta, donde ponen de manifiesto su deseos.




Sí, son los Reyes Magos. Más magos que reyes. Decimos que eran reyes pero nos olvidamos que eran magos, conducidos por una estrella.

Kahlil Gibran decía: “Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor”.

Miremos por las noches más allá de las nubes y clavamos estrellas en el cielo sin sentir temblores en el cuerpo. No nos pongamos el abrigo de colores, ni busquemos calentar nuestros sentidos, porque desde que veamos una Estrella en oriente, el frío se convierte en amores.

Y no vienen ni han ido a ningún sitio a buscar nada, sino a dar. Es la única lectura que desde hace 20 siglos podemos hacer de ellos.

Porque entre otras cosas ya es hora de comprender que dando se recibe. Ese es el verdadero espíritu de los Magos: enseñan a compartir y dar nuestras energías. Porque la energía que se da siempre viene de vuelta.

Su energía -y mayor será si son pequeños- se devolverá. Ojalá este bendito mundo sea capaz de ponerse en situación de dar y, entre otras cosas, se erradique la pobreza en todos los sentidos.

Para acabar: esta fiesta también puede ser interpretada como una fiesta intercultural: la llamada a vivir en tolerancia entre las distintas culturas. El extranjero es alguien distinto que nos puede ayudar a ver las cosas de otra forma. Y su visión siempre nos enriquece.

Cada uno de nosotros podemos ser un Papa Noel, un Ángel, un Rey Mago, un Salvador, como un milagro para quien lo necesite, solo con que nos lo propongamos y pongamos esfuerzo en conseguirlo. Todo lo llevamos dentro y sólo es cuestión de actuar.

Buscamos el cielo afuera y es dentro donde puede estar.

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