miércoles, 7 de junio de 2017

Brindis



Tenía una tarea asignada como responsable de un grupo de trabajo. Sinceramente, era genial en ello. Así lo sentían todos. Preocupados, al tiempo, por su pronta jubilación, temían que las cosas tomaran otro derrotero o que no pudieran hacerse. Enterado de dichos comentarios, a su juicio negativistas, les invitó aquella tarde a la salida del trabajo a tomar algo juntos, llevándolos a la cafetería Clavicémbalo! Desde su gran ventanal se veía el cementerio de la localidad que sobresalía en el conjunto de edificios sencillos.

Llegado el momento del brindis levantó su copa diciendo en voz alta: Muchos de los que se han mudado a ese gran espacio pensaban que sus negocios, tareas o faenas se vendrían a pique. Tuvieron que llegar aquí para darse cuenta que “los cementerios están llenos de gente imprescindible”. Pensaron que eran los únicos que podían hacer aquella tarea o propósito y, sin embargo, otros la han seguido, muchos incluso mejorándola. Cambio, pues, mi brindis : “Por nosotros para que sepamos que nadie es imprescindible en esta tierra que desnudos vinimos a este mundo y desnudos nos iremos, pues polvo somos y polvo volveremos  a ser”.


Todos a una, levantando su copa, prorrumpieron: ¡ ¡ por ellos, por los que saben no son imprescindibles.



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