viernes, 2 de junio de 2017

Un paso atrás

Todo parece indicar que, a mitad de semana, el ínclito Donald Trump sacará a su país del Tratado de París sobre el cambio climático. El pretexto es eliminar las trabas que se derivan del acuerdo en lo referente a la creación de empleos en Estados Unidos.

Negar la evidencia del cambio climático, tal y como hace la administración republicana, es una postura tan retrógrada como la de aquellos que mantenían que la Tierra era plana y el Universo giraba a su alrededor. De nada sirven las evidencias. No hace mucho, la jerarquía católica se oponía a la investigación en células madre, preocupada –decían- por las posibles aberraciones que devendrían de tales adelantos científicos. Hoy nadie se acuerda de aquella polémica. Era una de esas falsas argumentaciones, como lo son las que mantienen estos negacionistas de la desertización y del aumento de las temperaturas en el planeta.

Ni siquiera su argumento de creación de empleo en Estados Unidos se mantiene. Lo que se gana por un lado se perderá por otro. Esos nuevos empleos creados en la industria de las energías fósiles ni siquiera compensarán los que se dejen de crear en el sector de las energías limpias. Pero con una diferencia a peor: los efectos perjudiciales de detener el cambio de modelo energético serán irreversibles.

Y detrás de este populismo “trumposo” están los intereses de siempre. Se argumentan “empleos” cuando debería hablarse de “beneficios”, los enormes beneficios de “los de siempre”. Se esgrime el capote de apoyo a la clase trabajadora americana, cuando lo que realmente importa son los balances de la industria petrolera, ansiosa por meter mano a los yacimientos de Alaska. La Demagogia cotiza en bolsa (…y al alza). ¡Hay que ver lo difícil que es dar un paso adelante y lo fácil que resulta dar dos zancadas hacia atrás!

Y ya que de energías va el comentario de hoy, solo cabe concluir con un triste “apaga y vámonos”.


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