viernes, 21 de diciembre de 2018

La profecía

Y se inventó la excusa más extraña para no ir a trabajar.

Cuando colgó el teléfono soltó una carcajada que retumbó por las cuatro paredes del dormitorio. Miró el despertador y calculó mentalmente que aun le quedaban  tres horas y media largas para retozar entre las sábanas. Es lo bueno de tenerle comido el tarro al jefe…

Estaba seguro que el resto de compañeros de trabajo estarían farfullando, murmurando unos con otros, incrédulos de que colara semejante argumento. Nadie dudaba, sin embargo, que saldría indemne de ésta como ya lo había hecho antes de un sin fin de situaciones parecidas. Es lo bueno de tener un jefe tan supersticioso como crédulo.

Al fin y al cabo, ¿qué se puede argumentar cuando tu empleada es también tu echadora de cartas y te avisa de que ha decidido cogerse el día libre, porque mañana es el fin del mundo?  ¿Y si resulta que no se equivoca y es cierto?



No hay comentarios:

Publicar un comentario