Al principio todo estaba en la mente de Wakonda –el Gran
Espíritu-. Todas las criaturas, incluido el hombre, eran espíritus. Se movían
en ese espacio que hay entre la tierra y las estrellas. Buscaban un lugar donde
morar y vivir una existencia corporal.
Se acercaron al sol,
buscando amparo, pero el sol quemaba, no estaba preparado para acoger a los
seres vivos. Marcharon a la luna, para encontrar refugio, pero en la luna no
había luz y no pudieron quedarse. Llegaron a la tierra, pero encontraron que
todo estaba cubierto de agua. Flotaron por el aire, aun sin cuerpo, explorando
las cuatro direcciones, pero no encontraron tierra seca. Quedaron inmensamente
tristes, pensando que no había más lugares en los que buscar alojo.
A punto estaban de darse
por vencidos, cuando, de repente, en mitad de un gran estruendo, surgió de
entre las aguas una gran montaña. De su seno brotaban agua y fuego, y el vapor
llenó los cielos y se formaron las primeras nubes de lluvia.
Cuando la tierra se secó y
se crearon losa ríos y los lagos; crecieron los árboles, la hierba en los campos.
Los animales y los humanos pudieron por fin encarnarse, mientras la tierra
vibraba como expresión de gratitud al espíritu creados de todas las cosas: Wakonda.
Leyenda Omaha sobre la creación
el mundo
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