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domingo, 17 de marzo de 2019

Una zambomba de segunda mano


- ¿Y yo para que quiero una tablet?
- ¡Caray, mamá!... Pues para mirar la prensa, leer libros -que tanto te gusta-, cotillear por internet, escribir a tus amigas, hablar con ellas… ¡yo que sé!... ¡cómo si quieres comprarte una zambomba de segunda mano!.
- ¿Y para qué quiero yo una zambomba de segunda mano?
- ¡Ains, mamá! Es una forma de hablar. He dicho una zambomba como podría haber dicho una barba postiza o consultar la receta del arroz con leche. Lo que quiero decir es que con una tablet se pueden hacer muchas cosas.
- No sé. Yo ya estoy mayor para ir a una academia a aprender…
- No hace falta ir a una academia. Muy poca gente va a una academia y se maneja muy bien por Internet. Para las cosas que te he dicho, verás como enseguida le sacas partido. Es más, te propongo una cosa: Te dejo la mía y te voy diciendo lo que hay que hacer los primeros días. Y si le vas cogiendo el punto ya decides ¿De acuerdo?
– Bueno, de acuerdo. Pero que sepas que no necesito una zambomba de segunda mano para nada…


sábado, 16 de marzo de 2019

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El martes pasado se cumplieron los 30 años de la puesta en funcionamiento de los que, en términos coloquiales, llamamos “las páginas web” -la World Wide Web-. Fue un 12 de marzo de 1.989, en el CERN de Ginebra. Desde entonces términos como “link”, “hipertexto”, “on line”, “email”, “wifi”, “.com”, “http”, “la nube”, “descargar”, “ip”, “blog”, “redes sociales”, “tablet”, “pirateo”… y muchos más son nuevos o han cambiado su significado hasta el punto que a muchas personas que se hubieran quedado colgados en aquel día les sería hoy complicado seguir una simple conversación de dos adolescentes en una mesa de un café.

Google, Youtube, Facebook, Instagram, Yahoo, Twitter, Amazon, Netflix -entre otros más-, son gigantes económicos que no existían hace no mucho, fruto de la mayor revolución tecnológica desde que Edison y Tesla aplicaran la electricidad a nuestra vida cotidiana. Y esto, dicen, es solo el principio.

Todo va tan deprisa que ya empezamos a tener dificultades para distinguir entre lo que es realidad y lo que es ciencia ficción. La capacidad de sorpresa se nos agota entre las manos y no somos conscientes de que cualquier teléfono móvil es más potente en sus posibilidades que el ordenador que empleo la NASA para llegar a la Luna. Todo eso en treinta años.

Y treinta años no son nada -ni un suspiro- en la Historia de la Humanidad…



lunes, 5 de noviembre de 2018

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Somos muchos lo que queremos disfrutar de nuestros derechos a una vida privada.  Hay otros, sobre todo entre los famosos, que disfrutan dejando atrás ese derecho. Y les  gusta esa dinámica tanto que ganan una buena dosis de dinero por darla a conocer. Y donde más peleas hay, violencia, oscurantismo y cosas similares  mucho más se compra por parte del público.

Otro espacio donde esto goza de buenas acogida son las redes sociales. Podríamos decir que hay una especie de traje de trabajo por parte del protagonista de famoseo, y, a estas alturas, códigos ya marcadas y establecidas. Y eso lo ves desde las fotos que se sacan las adolescentes en las redes que lo comenzaron las famosas: la conocida postura de quebrar la cintura hacia dentro para que los glúteos sobresalga hacia fuera, los morritos simulando un beso robado. Entre postureos e “influencers” -cada cual recurre a este festival de la confusión con sus armas…- ha nacido un nuevo género audiovisual y literario donde se trata simplemente de engañar, ser engañado, odiar y venderse . En definitiva originar un escándalo.

Es la revolución de principios de este siglo: reproducir  información, chismes y rumores, tamizados y distribuidos por las redes.