Mostrando entradas con la etiqueta aislamiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta aislamiento. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de octubre de 2017

Soledad


¿Le gustaba estar solo? Más bien, era un solitario. Salían las primeras horas del día y aún tenía encendida la lámpara de su habitación. Solitario, sí; pero con miedo. Y sigue allí todavía. Ya es mayor y no se ha enterado que la mañana se ha puesto a cantar y nos está llamando a todos a vivir. Ha vivido ya en cuatro pueblos y en todos ellos, dice él, ha intentado buscar un amigo con quien charlar, y nadie lo ha aceptado. Por eso, lo da ya por imposible. Cuando ya no le queda otro remedio, y con el tiempo contado, se levanta, se ducha, desayuna y llega a tiempo a la parada de la guagua.  Le conocen como el “trasero”.  Siempre se sienta en la parte de atrás del autobús y la gente le mira, con el rabillo del ojo, y le ven como si estuviera mirando para cada uno pasando lista. Y más o menos aciertan: desde su asiento observa al resto de personas, una a una, preguntándose que estarían pensando.


domingo, 17 de septiembre de 2017

Su soledad

Su forma de ser denota una gran codicia. Su mano, siempre cerrada. Sus ojos, bien abiertos, mirando fijamente a quien más cerca tenía. Hasta que un día su mano quedó truncada y dentro de las manos su corazón. El mundo no tenía ni tendrá nombre. Da igual se llame de una forma o lo llamen de otra. Para él era indiferente. Así el día que se quiso despedir de todos nosotros, en un rincón abandonado allí estaban todos ellos como en nuestro sueño.