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viernes, 26 de noviembre de 2021

Pantone humano

En la vida no existe el blanco absoluto ni el negro perfecto. La vida es una sucesión de grises, más o menos intensos. Y está bien que sea así. Es la única forma en la que puede llegar el crecimiento personal. De hecho, las crisis sirven (…o deberían) servir para eso. Son los peldaños de una escalera.


La vida del hombre no se puede todo en los extremos, ni a nivel personal, ni a nivel colectivo. La búsqueda de la felicidad, de aferrarse a ella cuando se roza o puntualmente se consigue, es una aspiración lógica, pero una quimera que puede conducir a la melancolía.


Aceptar esa variedad de intersecciones de blancos y negros, la amalgama de colores en nuestras vidas cotidianas es parte de nuestra esencia.





jueves, 11 de noviembre de 2021

Tres ventanas

Conocía el ambiente que rodeaba aquella vivienda, pues hace tiempo se sentaba en la marquesina de la parada de guaguas, junto al portal del edificio de siete pisos. Además, allí estudiaba también su amigo Carlos. El piso tercero aparecía también con luz encendida de tal modo que las tres ventanas que dan para la calle iluminaban ayer el tiempo en Aranjuez, la parada de guaguas. Era raro no escuchar alguna lamentación. Hoy se escuchó el grito de las lamentaciones. Una voz asustada clamaba en voz alta. "Soy su madre. Tengo un sólo hijo y no me quiere. ¿Por qué?”


Tomé nota para preguntar a Carlos si sabía algo del tema.


Las tres ventanas se apagaron de un solo toque y al instante salía Carlos por la puerta de la casa. Y me dije "esto hay que hablarlo en otro momento y sin prisas". 




sábado, 10 de octubre de 2020

Tristeza



Se le notaba fácilmente. Sus ojos de color opaco eran fácilmente detectados por cualquiera que pasara por su lado. Cada día su estado de tristes era más visible. "Mira, mama, ese hombre tan joven y llorando" le gritaba, más que hablara un niño de cinco años en la cola de caja del supermercado, señalando a Jordi por su estado de tristeza, y desanimo mientras le caían unos buenos lagrimones de sus ojos. Y al pasar por su lado, desde su inocencia a la par que su sabiduría natural le dijo "Haz como yo. Cuando veo que mi padre se va a enrollar conmigo, salgo por la puerta de atrás y antes y que mi papa le pene por lo que fuese, saco la pelota de trapo. Vale más el castigo mío que el de mi padre. Jordi pasó la mañana pensando en el consejo del chaval que le hizo gracia y sonreía.


Aquel día parece que los astros se habían conjurado en torno a su manera de ser. Ricardo, compañero de mesa trabajo, le invito a un café. Jordi, para variar, intentó evadirse. Pero la cosa le resultó compleja, dado q su compañero la rdxpoccio. Vale. no hay invitación.  Pero yo si acepto ahora la que tu has querido hacerme y no has hecho


Pero no espero a que llegara el café y con un alto tono de voz le dijo: “Mira, Jordi, Cuando tú naciste hacía siglos que la tristeza era ya mayor de edad. Además, no solo tú, sino todas las personas hemos pasado en algún momento por ahí. ¡No te preocupes! Es simplemente nuestra reacción natural a situaciones de impotencia, decepción, dolor y desesperación. 


¡Claro que tienes derecho a estar triste! Sí. Pero también lo tienen los demás. No eres el único, y tú no tienes derecho a apropiarte para ti solo esa sensación; una sensación que a veces puede llegar a ser tan severa que parece vaciar todo nuestro amor hacia la vida. En muchas ocasiones nos faltan estrategias adecuadas para superar esos periodos de tristeza. Hay que buscar esas herramientas. Descifrarlas y ponerlas en marcha es vital para romper las inercias.


Al día siguiente Jordi le pidió a Pedro le acompañase a hacerse un plan personal de cambio con la ayuda de un psicólogo. 


Por suerte cada uno de nosotros somos capaces de dejar de estar triste y poder atraer felicidad.  El problema de fondo es para todos. Ni todos y los días van a ser tristes, ni todos y cada uno felices.

viernes, 6 de marzo de 2020

Desamores

El dolor pasa, cuando llegas a aceptar que, quizás o realmente, no te amaban como tú creías. El tiempo -oía decir desde pequeña- cura las heridas. Pero mientras ese tiempo llega, cómo vas a olvidar que hace siete días que no le ves, y luego, siete largos meses que no viene a casa. ¿Qué le he hecho yo?

Sí, he hecho muchas cosas, pero por su bien. Me desviví por él. Le di mi tiempo, durante quince años vivió con sus abuelos, que nos desvivimos por entero. Y ahora no viene a vernos ni que le hablen de su abuela. No me  cabe en la cabeza.

Y aunque ya me estoy haciendo a la idea de que no me quiere, sigo llorando, sin parar, sola, y preguntándome por qué, por qué, por qué...”.

Ése es, en síntesis,  el gran  problema que vive esta mujer.

Uno no sabe qué esperar de las personas, por eso aunque algunas veces éstas sean groseras o indiferentes contigo, no duele; porque no interesa lo que hagan o dejen de hacer. El problema está cuando alguien que quieres te lastima.

Hay muchas cosas que aún no entiendo, por qué la gente no mide las consecuencias de sus actos y solo se dejan llevar por la maldad, sin importar el daño que puedan ocasionar a los demás. No existe el perdón, sólo la aceptación de los hechos cuando se traspasan los límites, la pregunta es: ¿Hay felicidad después de tanto dolor? Mi respuesta es que Sí.

La mente humana puede guardar muy bien los recuerdos tristes del pasado, tenemos el poder de sanar emocionalmente cuando nuestro ser ha sido invadido por la tristeza y por todos esos sentimientos que acompañan a la ira, como el odio y el rencor. Por medio de nuestras ideas y pensamientos positivos, podemos acudir a la fuerza interior dentro de cada uno, la cual debemos dejar fluir sin ningún miedo.

La sanación espiritual viene de ti, y tú decides sanar o seguir enfermo del alma. Esa  fortaleza es lo único que te permitirá poder reír de nuevo, vivir renovado y luchar más que nunca...

Me preocupé por su salud. Que si las piernas, que si la prevención del asma, piscina, clases particulares, parques, vacaciones a los centros infantiles de  las islas, de la península, Disney y no sé cuántas cosas más…”.


lunes, 26 de agosto de 2019

Nostalgia


No, decididamente me niego a caer en la nostalgia. La nostalgia me lleva irremisiblemente a la añoranza y la añoranza a la tristeza. Y me niego a abrirle -otra vez- la puerta de mi casa a la tristeza. Por eso me costó dios y ayuda abrir aquella caja de metal que encontré en la buhardilla. La reconocí enseguida, claro, dentro del viejo baúl. En ella alguien -no sé quien, quizás mi madre- había guardado recuerdos de mi infancia. Pero había que abrirla, no fuera a ser que contuviera, además, alguna otra cosa de más valor, algún documento importante, vaya usted a saber.

Me sonreí al ver la bolsa de tela donde guardaba mi pequeña colección de soldaditos de plomo. Se conservaban bien, con el policromado casi intacto, después de más de cuarenta años allí acuartelados, desde aquel día en el que apareció tío Ángel con ellos, durante uno de esos veraneos en la casa de Alicante de las hermanas de mi abuela. Fue todo un descubrimiento para mí, uno de esos regalos que te cambian la vida. Pero esa es otra historia…

El resto de objetos no me causaron tanto impacto. Había por allí un par de odiosos cuadernos Rubio, de esos que te compraban a principio de cada verano tus padres para que practicaras matemáticas y ortografía y que, en las tardes de estío, bostezabas sobre ellos, tratando de espantar las moscas que se posaban cerca. ¿Me lo parece a mí o las moscas de los sesenta eran más pesadas que las de ahora?

También había un especial de la familia Ulises en el TBO, absolutamente amarillo, acartonado por el paso del tiempo. ¿Por qué lo había guardado si mis preferidos eran Mortadelo y Filemón o, mejor aun, Rompetechos? Capricho, me imagino. Había lápices y gomas de borrar, duras como una piedra, pero la mayoría sin estrenar, muestra clara del poco éxito de los dichosos cuadernos de problemas y letras redondilla.

No tiré nada. Al fin y al cabo, la memoria de la gente es como un llavero con muchas llaves, más llaves cuantas más vivencias se van acumulando. Las hay de todos los tamaños -de puertas, de cajones, nuevas, viejas…- y en la medida de lo posible, uno elige abrir y el paso a unos recuerdos y mantener cerrados otros. A veces el aire cierra de golpe alguna puerta o alguna llave se parte y se queda atascada en la cerradura, sin que puedas volver a mirar dentro. Gajes del oficio.

Lo guardé todo de nuevo, excepto mis recuperados soldaditos de plomo y con un carrete de cuerda que llevaba en el bolsillo, junto con un rotulador, celo bien ancho y unas tijeras, volví a cerrar la caja -bien atada ahora-, decidido a no volver a abrirla nunca más.

Corté un buen trozo de celo y escribí con letras gigantes y en mayúsculas “NOSTALGIAS”.



viernes, 2 de agosto de 2019

¿Empatizar?


He experimentado lo que es la soledad donde antes había fraternidad. Y así como en un principio me llevó a la tristeza, luego me dio serenidad y un mayor conocimiento de mí mismo.

Y me pregunto cuántas veces he revisado y tenido yo tal misma actitud ante otros hermanos afectados por un problema de salud o de otro tipo, económico por ejemplo.


No es fácil empatizar, cierto. Siempre sacamos conclusiones a toro pasado.




viernes, 26 de julio de 2019

Un año ya


Ayer tarde paseando por una bella plaza de la ciudad me encontré a un amigo de la juventud que estaba sentado en uno de los bancos del parque, con la cabeza inclinada y apoyada en sus manos.

Me acerqué a saludarlo y a mi pregunta de “Cómo estás”, levantando la cabeza, con lágrimas en los ojos y una voz que casi no lo entendía me dijo: “Muy triste. La Tristeza me domina hoy”.

  
Y sentándome a su lado esto fue lo que me contó.


“Ayer fue un día triste para mí y pensando en este tema las lágrimas me caían a chorros. Y ahora comienzan a querer salir. No es un problema de amor. Si que lo es de pareja. El amor es algo personal. ¿Tendría más paz si no hubiera existido lo que ha creado en mi tristeza? Seguramente sí. Seguramente los motivos serian diferentes para una u otra situación.  Y la paz, mi paz en este caso, estaría atacada por otro flanco. También podría estar en peligro.

¿Hay culpable? Sinceramente creo que yo esté en la causa que ha originado la situación.
Pasara lo que pasara he aprendido mucho de esta realidad y seguiré aprendiendo.
Saber que tengo que seguir aprendiendo en todo es, lo digo humildemente, una de las cosas buenas que me quedan en la vida.

Sí. Ya lo sé. La felicidad no existe. Ni es preciso que me lo recuerdes. Ayer hizo un año que no voy a mi casa. O sea un año que me fui de casa para ingresar en una residencia de mayores”.